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no dejó de dedicarse a toda la obra grandiosa de
iluminación de las mentes y difusión de la verdad,
atendiendo al desarrollo de tan santas obras. Los
Amigos de la Universidad Católica pueden aprender
muchísimo de este modelo y Nos lo deseamos
vivamente>>.
El trece de abril salió de labios del Papa una
nota patriótica y social, siempre a propósito de
don Bosco. Monseñor Coppo, Obispo salesiano y
misionero, había acompañado a una audiencia a
doscientos pulleses, residentes en América del
Norte y de viaje en Italia para volver a ver a la
madre patria. Díjoles el Papa: <>.
Se celebraba el 1930 el cincuentenario de la
Obra de don Bosco en Roma. En efecto fue el año
1880 cuando León XIII le había confiado las obras
de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús. Se
conmemoró dignamente la fecha con fiestas que
empezaron el once de mayo y terminaron el
dieciocho. El once de mayo era la víspera de San
Aquiles, día onomástico del Padre Santo, por lo
que se eligió aquel día para tributar al Papa un
digno homenaje. Participaron en la audiencia, con
los alumnos de los Salesianos y las alumnas de las
Hijas de María Auxiliadora, los Cooperadores de
Roma. No eran en total menos de quince mil
personas, las que llenaban el patio de San Dámaso.
Don Pedro Ricaldone, en representación de don
Felipe Rinaldi, que se había quedado en Turín por
motivos de salud, leyó ante el Papa el siguiente
saludo:
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Beatísimo Padre:
Cuando hace cincuenta años se estableció
nuestro Beato Juan Bosco en Roma, vio coronados
sus deseos, por mucho tiempo acariciados, de tener
establecida su Obra cerca del Papa, porque le
parecía que, bajo la mirada del Vicario de
Jesucristo, estaría más bendecida y santificada.
Unióse a sus deseos la santidad de León XIII al
confiarle la erección de un templo nacional al
Sagrado Corazón de Jesús; eso duplicó la alegría
del Beato, puesto que de aquella manera podía
glorificar al Divino Corazón y cumplir un acto de
obediencia solemne al Sumo Pontífice. Abrumado por
la fatiga, recorrió Italia, Francia y España
pidiendo la ayuda de los buenos para levantar en
el centro del Catolicismo un gran hogar y devoción
al Sagrado Corazón.
Trabajosamente se acabaron las obras a tiempo
para que él, ya decrépito, tuviese la satisfacción
de asistir a la consagración del Santuario con la
doble finalidad, como
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