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al Ecónomo que hiciera acuñar cien mil medallas
con las efigies del Beato y del Pontífice para
regalárselas al Padre Santo, el cual empezó desde
entonces a distribuirlas, de acuerdo con las
ocasiones.
El dos de noviembre recibió un grupo singular
de peregrinos. Estaba formado por doscientos
bancarios de la institución <>
de la Banca Nacional de Crédito. Pronunció el Papa
su discurso y después hizo que les distribuyeran
dicha medalla, señalando su oportunidad; ya que
don Bosco había sido <>.
Más singular todavía fue la audiencia que el
día seis de noviembre concedió a trescientos
cincuenta Guías Alpinos, que celebraban una
reunión nacional en Roma. Después del afectuoso
discurso que el Papa alpinista les dirigió,
díjoles que se consideraba feliz al añadir un
pequeño recuerdo a la bendición apostólica: era
una medalla que llevaba por un lado la imagen
paterna, que recordaría a los queridos hijos la
visita, y por otro la imagen de don Bosco. <>.
((**It19.205**)) Hubo
una mención que revistió carácter de mayor
solemnidad, porque la hizo en una alocución
consistorial. En el Consistorio secreto del
dieciséis de diciembre para el nombramiento de
seis cardenales nuevos, el Papa, al referirse a
los motivos que, junto con el año jubilar,
llevaban a Roma a tantos fieles, pronunció estas
palabras, que traducimos del latín: <>.
Entre los documentos pontificios más solemnes
hay que contar las Encíclicas. Pues bien, con
fecha del 20 de diciembre de 1929 apareció la
Encíclica Mens Nostra sobre los ejercicios
espirituales, en la que, al
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