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la distinción más ambicionada por los que han
honrado a la patria en el mundo.
Inmediatamente después de Roma y Turín hubo una
competencia mundial para celebrar la fiesta de don
Bosco. Tan pronto como se conoció la aprobación de
la Misa y el Oficio, fueron muchos los Obispos de
Europa y América que pidieron a la Santa Sede la
facultad de celebrar en sus diócesis al Beato. Y
el Boletín Salesiano publicó en muchos números
breves relaciones de los festejos mundiales.
Algunas observaciones importantes
Se había cumplido un grandiosísimo suceso, una
sublime apoteosis, cuyo recuerdo no se borraría
jamás de la memoria de los afortunados que el
nueve de junio habían tenido la suerte de
participar en él o asistir. Es significativa la
impresión manifestada por un gran artista. El
escultor Eduardo Rubino dijo conmovido aquella
tarde a un periodista 1: <>.
La excepcional singularidad de la histórica
celebración será también comprobada por los ojos
de la posteridad en un documento que quizás no
tiene cotejo en la vida de una gran ciudad. El
Alcalde de Turín, el conde Thaon de Revel, al día
siguiente de la extraordinaria jornada, decía en
una comunicación especial a la prensa que se
consideraba <>.
((**It19.201**)) Lo que
aquí se dice de los conciudadanos debe extenderse
también a los forasteros, llegados por decenas de
millar. Estos, después de haber pasado la santa
jornada mezclados con los turineses sin ocasionar
el más mínimo incidente, salieron de la ciudad
aquella misma tarde o aquella noche sin dejarse
sentir. El mérito principal de aquel orden tan
maravilloso no se debió a la fuerza pública, que
no actuó, sino a la organización perfecta,
precisa, detallada, que, desde la mañana hasta la
noche, dedicó el mismísimo
1 La Gazzetta del popolo, 10 de junio.
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