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que para la llegada. En un folleto impreso se
indicaba con claridad la organización definitiva;
se señalaban las normas para realizar con orden y
con calma las distintas evoluciones y quedaba
establecido todo lo que se debía hacer durante el
movimiento; precisaba, además, la hora exacta de
las concentraciones, los puntos donde salir fuera
y donde cortar y el momento de hacerlo, el número
de agentes necesarios según la diversidad de los
lugares para contener a la multitud o para
facilitar a los grupos el ingreso en el cortejo.
Llevaba el folleto unos planitos topográficos en
los que se señalaban el recorrido y los distintos
puntos de concentración, antes y después.
Distintivos, brazaletes, tarjetas de paso libre,
billetes especiales, todo se previó, preparó y
distribuyó oportunamente.
No podía olvidarse una cuidadosa organización
sanitaria. Y en la sede del Instituto Colonial
Fascista hubo una reunión de técnicos sanitarios
los cuales, después de estudiar las posibilidades,
dispusieron que se prepararan veintiún puestos de
socorro de urgencia. En cada uno de ellos habría
el material necesario, un médico, un practicante y
sus ayudantes. La Milicia movilizaría tres
centurias, poniendo los Camisas Negras a las
órdenes de los dirigentes de la labor sanitaria.
((**It19.175**)) Para
tranquilizar a las Autoridades, don Pedro
Ricaldone dioles a conocer el folleto con el
programa de todo el movimiento, que fue alabado en
todas partes. El Príncipe Heredero, que había
determinado asistir a la gran manifestación, quiso
ver aquel programa y manifestó su admiración por
la ejemplar habilidad con que se había preparado
todo.
La quinta subcomisión abrió un concurso para el
himno que debía cantarse durante el
acompañamiento. Fue ganado por el original de don
Segundo Rastello, con música de don Miguel
Gregorio. Los dos Salesianos habían logrado
verdaderamente imponerse: letra y música poseían
la forma popular requerida por la circunstancia 1.
Aprobó además, la publicación de una elegante
Guía-Itinerario de un paseo turístico en tranvía
para tener una breve orientación en la Ciudad de
Turín, con el retrato y una sencilla biografía de
don Bosco.
Finalmente don Pedro Ricaldone aprobó un
programa de fuegos artificiales para la noche de
la fiesta, presentado por la Compañía
Battagliotti.
Todos estos preparativos, publicados por la
prensa para conocimiento del público, creaban en
la población una atmósfera de ardiente espera.
Reinaba perfecto acuerdo entre las Autoridades
eclesiásticas
1 Fue muy alabado por Il Momento (Ap., Doc.,
12).
(**Es19.151**))
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