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((**Es19.149**) cuales les habrían podido proporcionar de este modo todos los informes oportunos. Por este medio pudo la subcomisión comunicarse con los más importantes diarios de Italia y del extranjero, que a su vez informarían exactamente al público sobre la grandeza y la santidad del nuevo Beato y difundirían ampliamente todas las noticias referentes a las manifestaciones en su honor. También la tercera subcomisión, presidida por el Catequista General, don Pedro Tirone, tuvo su quehacer. La afluencia de sacerdotes forasteros y la presencia de muchos Obispos requerían altares, ornamentos y vasos sagrados en abundancia. La administración de los Sacramentos a millares de fieles exigía disposiciones excepcionales, si se quería que resultase fácil y rápida. Además, se esperaba que en la Basílica de María Auxiliadora, durante el triduo se celebrarían sin cesar grandiosas ceremonias, cuyo éxito dependía de una cuidadosa preparación. Se estableció entre otras cosas un programa musical tan rico y variado, que, para ejecutarlo bien, fueron necesarios inteligentes y repetidos ensayos. En cuanto a los ornamentos, los más importantes eran los que habían de usarse en los pontificales. Hacía dos años que trabajaban en ello más de cuarenta personas, entre hermanas, novicias y postulantes de las Hijas de María Auxiliadora. Fue un homenaje magnífico suyo al Fundador la preparación de seis capas pluviales, una casulla, cuatro dalmáticas, tres estolas, tres manípulos, un velo humeral, un paño de cáliz, dos bolsas de corporales, un conopeo y un frontal. Los bordados ejecutados sobre rico tejido demostraban una técnica y una habilidad superiores a todo elogio; rivalizaban en ellos la grandiosidad del dibujo y el primor de la ejecución. El más mínimo detalle había sido realizado con exquisita diligencia. Algunas florecillas, ciertas hojitas, determinadas volutas habían costado jornadas enteras de paciente atención; y pequeñeces de esta índole las había a cientos en un solo pluvial. Se emplearon en ello veinte kilos de oro. Resulta un monumento, muy digno de recuerdo para la posteridad, la piedad filial del Instituto a su gran Padre. ((**It19.173**)) Correspondía a la tercera subcomisión cuidarse de la ornamentación del santuario, y tanto se hizo que, al acabar, los más asiduos no reconocían su iglesia. La Gloria del Beato en la gigantesca pintura expuesta en San Pedro dominaba el templo desde el altar mayor. También procedían de Roma los dos grandes cuadros de los milagros, los cuales colgaban de las paredes laterales del mismo altar. La Sexta subcomisión dio los pasos necesarios para obtener una instalación radiofónica que transmitiese al público situado en los patios (**Es19.149**))
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