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los muchos jóvenes procedentes de las casas
salesianas en los gimnasios escolares y, a fin de
que hubiese un lugar suficientemente amplio y
seguro donde aparcar toda suerte de vehículos,
preparó en el Estadio un inmenso espacio, donde
estacionar, por un coste insignificante,
automóviles, autocares, motocicletas, coches,
carritos y carruajes de todo género. Hizo
construir, además, tres ((**It19.171**))
pabellones, donde se suministrasen comidas frías y
bebidas a cuantos quisiesen. Buscó, por fin, e
hizo la lista de las habitaciones en casas
particulares y hoteles disponibles del ocho al
trece de junio. Don Antonio Candela buscó
personalmente alojamientos decorosos para los
Obispos italianos y extranjeros en las casas
parroquiales, casas religiosas y familiares. Los
turineses respondieron a la llamada con laudable
espíritu de civismo. Las habitaciones libres de
las casas salesianas de la ciudad estaban
reservadas para los Cardenales, los Obispos, los
Inspectores y los delegados que acompañaban a
estos últimos al próximo Capítulo General de la
Pía Sociedad. Don Pedro Ricaldone repartió hasta
el listín de precios para hospedaje y manutención
en los hoteles públicos y envió a los jefes de
cada una de las peregrinaciones un módulo, que
debían llenar, suministrando una serie de informes
detallados y precisos, muy útiles para evitar o al
menos disminuir, por cuanto fuere posible, lo
imprevisto.
Los datos recogidos servían también a la
Dirección de Ferrocarriles para coordinar el
movimiento de trenes. Se había concedido la rebaja
del cincuenta por ciento hasta a los peregrinos
aislados. El jefe de la circunscripción regional
de ferrocarriles se esmeró con verdadero celo,
para que todas las estaciones de Turín estuviesen
en situación de poder atender al rápido y continuo
sucederse de trenes de llegada y de salida. Se
abrieron para tal fin andenes provisionales y
nuevas líneas para la partida de los trenes. La
Asociación Nacional de Transportes ordenó que se
suspendiera durante cinco días la aceptación de
algunas mercancías dirigidas a Turín. Las
Compañías municipales de tranvías y las de
ferrocarriles privados tomaron también
oportunísimas disposiciones.
Se confiaba mucho en la prensa de la ciudad, de
la que se ocupaba la quinta subcomisión; por eso
valióse don Pedro Ricaldone de una ocasión
propicia para concertar una reunión de periodistas
en el Oratorio. Debíanse inaugurar los nuevos
locales destinados a la prensa periódica
salesiana; nada más natural que invitar a una
recepción a los periodistas turineses. Acudieron
éstos en gran número y don Pedro Ricaldone pudo
así exponerles el programa de las fiestas y
ponerles ((**It19.172**)) en
relación con los miembros de la quinta
subcomisión, los
(**Es19.148**))
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