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((**Es19.110**) elevado y libre de las partes de ropas que se habían quedado adheridas al dorso, fue colocado sobre una mesa quirúrgica, situada junto al ataúd. Los venerados despojos se presentaban en estas condiciones. El esqueleto estaba anatómicamente completo; con los huesos secos, compactos y situados en su natural posición; las articulaciones unidas por sus ligamentos y las partes blandas conservadas. El tegumento cutáneo de la cabeza, reseco por el proceso de momificación, revestía completamente los huesos del cráneo y de la cara, cuya forma se conservaba bien, gracias a la unión de la mandíbula que se mantenía: tenía casi todo el cabello. El tórax tenía muchas partes momificadas, de forma que las costillas y la columna vertebral constituían un conjunto compacto, mientras en las cavidades se encontraron restos resecos de los órganos internos. A continuación de las partes blandas del dorso y de los lomos, estaban también en buen estado las que ceñían y mantenían unidos los huesos de la pelvis, a la que se veían anexos los dos fémures, abundantemente envueltos por músculos momificados. También estaba bien conservado el esqueleto de las piernas y los pies, en sus relaciones con el resto del cuerpo, a pesar de la falta de las partes blandas. Los sanitarios cerraron una de sus relaciones con una declaración en la que hacían notar: <((**It19.124**)) pueden declarar que el cadáver del Venerable don Bosco está en su conjunto bien conservado y a satisfacción de todos los devotos y admiradores del gran Apóstol de la juventud y del pueblo; y añaden que, entre los diversos órganos, está particularmente bien conservada la lengua>>. íLa lengua de don Bosco! Era natural que pareciera poderse descubrir en su conservación algo simbólico, destinado a glorificar aquel don de la palabra que fue instrumento eficacísimo en el Siervo de Dios durante toda su vida, para hacer el bien desde el púlpito, en el confesonario, entre los muros de su habitacioncita, durante los viajes y en los primeros decenios de su apostolado juvenil hasta en el patio del Oratorio de Valdocco. La lengua de don Bosco no había vibrado más que para alabar a Dios y aportar al prójimo enseñanzas, consejos, alientos. Las palabras formadas por aquella lengua fueron luz para las mentes, paz para los corazones, mística elevación para los espíritus, invitación a la conversión, estímulo para perseverar, alivio para los males de su vida, salvación eterna para innumerables almas. El Postulador de la Causa, don Francisco Tomasetti, en nombre de los Superiores Salesianos, manifestó el deseo de que se estudiase la manera de conservar, lo mejor que fuera posible, aquellos restos preciosos. (**Es19.110**))
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