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((**Es19.107**) querido celebrar en la ciudad de don Bosco nuestro jubileo sacerdotal; diga a la familia salesiana que Nos participamos de su gozo, que su alegría es nuestra alegría>>. Y, después de esta doble comunicación, dijo que estaba conmovido al acercarse la apertura del ataúd que encerraba los restos mortales de aquel que había dejado tan grandes huellas de su persona en la sociedad moderna, fascinando a su generación y a las que vendrían tras él y perpetuando su nombre por los siglos. <((**It19.120**)) como el Marqués de Cavour, padre del sostenedor de la unidad italiana, no escondieron sus vivas preocupaciones: los golfillos reunidos y tan cuidados por don Bosco, fueron definidos como gente del hampa, destinados a crear, en un mañana temido y próximo, un movimiento, que sería perturbador y crearía dificultades. En cambio don Bosco haría con aquellos golfillos, como lo hizo, muchos buenos italianos y buenos obreros y crearía en medio de ellos nuevos surcos en la vida de vuestro Piamonte, de toda Italia, formando hombres que después alcanzaron las más altas jerarquías de la Iglesia, del ejército, de la diplomacia, de la política, de la magistratura. También vos, Eminencia, hubierais sido su presa, de no haber tenido que pensar en aquel ángel de bondad que estaba a vuestro lado: ívuestra madre!>>. Siguió afirmando el orador que la ceremonia del reconocimiento de los restos era un rito que se cumplía con fe. <>. Finalmente, como Promotor General de la Fe, intimó a todos los presentes, que no podían tocar, arrancar o juntar nada, bajo pena de excomunión. Cuando acabó de hablar, elaboratis verbis et magna cum cordis emotione (con palabras espontáneas y toda la emoción del corazón), como rezan las actas, ordenó al Canónigo Canciller que leyera las actas del reconocimiento y sepultura realizados respectivamente los días 13 y 15 de octubre de 1911. A continuación, desatornillada la primera caja y levantada la cubierta, apareció la segunda cobertura y envoltura de cintas anudadas y provistas de sellos. Su Eminencia comprobó que eran los sellos del cardenal Richelmy, su predecesor, (**Es19.107**))
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