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((**Es18.99**)música, que tocaba la marcha real italiana. Sobre la puerta de entrada había un gran letrero, hecho con flores, que decía: Viva don Bosco. Pero el Santo iba con la cabeza baja y no veía la aparatosidad del conjunto. -Mire, mire, don Bosco, lo que han preparado ((**It18.105**)) para usted, le dijeron. Levantó los ojos, miró, se sonrió y volvió a reconcentrarse en sí mismo. Entraron en el salón de música, en el cual las hijas de don Luis, y una prima suya dieron a don Bosco un concierto de violín, violoncelo y piano. Los muchachos, presididos por los hijos de don Luis y sus primos, se sentaron en las mesas preparadas en el jardín. Los demás tomaron asiento en el salón-comedor, en una mesa con cincuenta cubiertos. Reinó tal cordialidad que don Bosco y los suyos tenían la impresión de encontrarse en familia. Uno de los comensales dijo a don Bosco: -Don Bosco, es preciso que rece para que nos encontremos todos reunidos en el cielo, como nos encontramos aquí. El Santo tomó una actitud seria y pronunció estas palabras, en medio del silencio general: -Es lo que yo quisiera, mas no será así. Estas palabras causaron en todos una visible contrariedad. Pero don Bosco, para serenar los ánimos, volvió a su habitual sonrisa y dijo: -Bueno, rezaremos a la Virgen, que es tan buena, y Ella lo arreglará todo 1. Después de la comida, se retiró don Bosco a una habitación para descansar. Más tarde, fueron recibidos en audiencia los parientes de don Luis. Por último, entraron don Luis y su esposa. Lo que allí pasó nadie lo supo; pero cuando los dos esposos salieron de la habitación, parecía que no sabían explicarse lo que les había pasado y tenían los ojos hinchados de lágrimas. Viglietti les oyó que decían: -íEs un Santo! íEs un Santo! A las cuatro don Bosco bajó al jardín, en el cual don Joaquín Pascual, sobrino de don Luis, dispuso un bello grupo de todos juntos, para una fotografía, recuerdo de aquel felicísimo día. En pocos minutos se hicieron diez fotografías diferentes. ((**It18.106**)) Los retratos de don Bosco forman hoy una rica y variada 1 Carta de don Roberto Vidal, monje de la Abadía del Desierto, a la dirección del Boletín Salesiano francés, Bellegarde (Haute-Garonne), 20 de noviembre de 1936.(**Es18.99**))
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