((**Es18.76**)
De una a otra cosa pasaron por la mente del
antiguo discípulo tantos recuerdos agradables, que
después se volvió expeditamente a Barcelona sin ni
siquiera darse cuenta de que estaba curado; tan
absorto iba con los dulces recuerdos ((**It18.78**)) de los
tiempos pasados bajo la dirección paternal de don
Bosco. Advirtió que estaba libre de sus dolores
cuando ya estaba en la ciudad; desde el momento en
que don Bosco había colocado la mano en sus
rodillas, no había experimentado ningún dolor, ni
tampoco sufrió después ninguna de aquellas
molestias. Otras enfermedades le sobrevinieron en
el transcurso de su vida, pero de aquélla estuvo
siempre inmune. Así lo aseguraba don Felipe
Rinaldi.
MARTES, 13 DE ABRIL
Una circular, redactada por don Juan Bautista
Lemoyne y firmada por el prefecto general don
Celestino Durando, comunicaba a todas las casas de
la Congregación las noticias más importantes del
viaje de don Bosco hasta su llegada al colegio de
Sarriá. El día cinco de mayo se enviaría otra
circular del mismo género.
El día trece visitó a don Bosco el doctor Sardá
y Salvany, director de la Revista Popular, y el
Santo lo invitó a comer. Desde las tres de la
tarde hasta las seis, pasaron, según cálculos
hechos, unas dos mil personas. Una jovencita de
unos quince años, que tenía el brazo y la pierna
derecha baldados, presentóse con su madre pidiendo
la bendición a don Bosco. El la bendijo y después
le preguntó:
->>Dónde siente el mal?
-Aquí, en la mano, respondió la joven; no la
puedo abrir.
Y, mientras lo estaba diciendo, no se daba
cuenta de que enseñaba su mano abierta a unos
treinta visitantes que la contemplaban. Don Bosco
se sonreía y ella, desconcertada, creía que aún no
la tenía flexible; pero el Santo le dijo que
juntara ambas manos y dijera con él:
-íOh María, curadme!
Después le prescribió que rezara cada día,
hasta el Corpus Christi, tres padrenuestros,
avemarías y glorias; mas, no para obtener la
curación, sino en agradecimiento de la curación
obtenida. En efecto, también debía tener curada la
pierna, puesto que la jovencita salió andando sin
cojear.
Aquel administrador, el señor Sunyer, que había
ido con don Juan Branda para recibir ((**It18.79**)) a don
Bosco en la frontera, llevóle una carta(**Es18.76**))
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