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fuera de sí por la alegría de la presencia de don
Bosco, el cual se encuentra bien y está muy
contento>>.
Dado que el ir y venir de visitantes era
continuo, no repetiremos siempre lo mismo. A veces
pasaban en fila sin interrupción y, con
frecuencia, en tropel. La religiosidad enraizada
en el alma española se exaltaba ante un sacerdote
que gozaba tanta fama de santidad.
También en Barcelona, lo mismo que en Marsella,
las Cooperadoras Salesianas habían organizado una
Junta de casi treinta señoras; todas eran muy
caritativas y de noble alcurnia y ayudaban con
celo a la casa de Sarriá. Presidía la Junta doña
Dorotea. Regularmente se reunían cada quince días
para examinar las necesidades y remediarlas; ellas
mismas se ocupaban de coser y preparar la ropa
blanca con sus propias manos. Don Bosco las reunió
y les habló en italiano, agradeciéndoles la
caridad que prodigaban ((**It18.76**)) a su
obra; y les predijo que dentro de poco tiempo la
casa de Sarriá, ampliada de acuerdo con la
necesidad, albergaría quinientos muchachos, a los
que ellas extenderían su benévola y benéfica
protección.
Doña Dorotea, como una verdadera madre, pensaba
en todo lo que pudieran necesitar don Bosco y don
Miguel Rúa y el secretario Viglietti. Ella misma
les preparaba la ropa blanca personal; visitaba
sus habitaciones y procuraba que todo estuviera
limpio y ordenado, y había destinado para estos
servicios a una de sus criadas; enviaba, además,
una de sus cocineras para hacer la comida y ella
misma preparaba algún plato.
Acudió a visitar a don Bosco el marqués Brusi,
director del Diario de Barcelona, periódico muy
difundido, y salió emocionado de la habitación. En
el número de aquel día, publicó un artículo con la
narración exacta y detallada de la llegada de don
Bosco a Sarriá.
DOMINGO, 11 DE ARRIL
Por aquel entonces, como ya hemos dicho, Sarriá
era municipio independiente, con una población
fluctuante que, en determinadas estaciones,
llegaba a los veinticinco mil habitantes. El
alcalde, con los concejales y las primeras
autoridades, se presentó oficialmente a saludar a
don Bosco, por quien todos manifestaron la
veneración más grande. El alcalde declaró
especialmente que daba gracias al Cielo por haber
deparado a Sarriá una casa salesiana y prometió
que el municipio la protejería siempre con todas
sus fuerzas. El Santo entregó a(**Es18.74**))
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