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XV
Mi primera confesión general con don
Bosco
Era el año 1882. En agosto llegó el P. Bosco a
San Benigno Canavese para los Santos Ejercicios de
los novicios y hermanos. El P. Director Don Julio
Barberis nos avisó y nos animó a confesarnos con
don Bosco, proponiéndonos hacer, los que tuvieran
deseo o necesidad, la confesión general. Yo que
había entrado en San Benigno en abril de ese mismo
año, determiné aprovechar, aunque ignorara en
aquel entonces los dones que el Señor le concedía.
Me preparé lo mejor posible y me presenté. Mis
primeras palabras fueron: -Padre, hace unos cinco
meses que entré, en el Colegio, y desearía hacer
mi confesión general para estar más seguro.
-Muy bien, me dijo el Padre. >>Estás preparado?
-Creo que sí, contesté, he hecho cuanto he
podido para hacer el examen de conciencia.
-Bien, bien, dime, >>deseas decir tú los
pecados o quieres que yo te diga los que has
cometido?
-Mejor me los diga Vd., estaré más conforme.
-Muy bien >>cómo te llamas?
-G. Z. le dije.
->>Cómo?
->>No puedo comprenderlo bien?, >>cómo?
-G. Z.
-Tú lo ves, no puedo comprender, repítelo.
Y siguiendo así me hizo repetir el nombre unas
siete u ocho veces. Entonces me vino la idea de
hacerme conocer de otra manera.
-Vea, Padre, le dije, soy el sobrino del Cura
Párroco del Sagrado Corazón en Roma, don Cagnoli.
-Ah, comprendo, ahora sé quién eres. Pues,
mira, tú has hecho el tal pecado en tal lugar, con
tal compañero.
((**It18.869**)) -Es
verdad, Padre.
De esta manera me dijo todos los pecados con
pelos y señales, circunstancias de lugar, tiempo y
compañía. Me dijo que la 1.¦ Comunión la había
hecho bastante bien, pero que habría podido ser
mejor y terminó la letanía, a la que siempre tuve
que contestar: -Sí, Padre, es verdad. Añadió:
-Ya no tienes nada más, quédate tranquilo;
ahora procura portarte así y asá, haz esto y
aquello, y estarás contento. No recuerdo si me
habló de mi porvenir, creo que no, porque no me
hizo ninguna impresión. Lo que tengo en confuso
fue que creo me dijo: -Veremos lo que es capaz de
hacer este hijo de Dios.
En los seis años que pasé entre S. Benigno y
Turín, volví a confesarme con don Bosco unas dos o
tres veces, pero nada de particular. Creo haber
sido el último de los jóvenes del Oratorio que le
besó la mano, aún vivo, a las 8 de la noche del 31
de enero de 1888.
Cuanto expongo es la pura verdad.
P.
ZACARIAS GENGHINI
Salesiano en Chile
(**Es18.732**))
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