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vayan al encuentro de los otros para estrecharse
las manos!... íQué gloria para nuestra
Congregación!... íPero el tiempo está en las manos
de Dios!
El mismo Lemoyne, al enviar una copia del sueño
a monseñor Cagliero, escribía el veintitrés de
abril a propósito de la parte en él representada
por don Miguel Rúa, Vicario de don Bossco y por
José Rossi, proveedor general: <>. Y así
fue en realidad.
Un buen comentario sobre aquel pasaje del sueño
en el que se habla de Chile, se destaca de cuanto
se refiere en el Boletín de septiembre de 1887. En
la crónica de un viaje realizado por monseñor
Cagliero, en compañía de monseñor Fagnano a la
república trasandina, se cuenta que, en Santiago,
el senador Valledor rogaba a los Salesianos que
aceptasen la dirección del orfanato del gobierno,
constituyéndose en padres de tantos niños de los
seis a los diez años, y que, habiendo ido dichos
señores a visitar el ((**It18.75**))
instituto, oyeron leer a un huerfanito estas
palabras en una veladita:
-Hace dos años que lloramos y rezamos para que
don Bosco nos dé un padre.
No sólo esto. Monseñor Fagnano, entreteniéndose
con los niños, les oyó decir a algunos más
sencillos:
-Las niñas tienen madre (aludiendo a las
Hermanas), pero nosotros no podemos tener un
padre. Nuestro padre es don Bosco, pero hasta
ahora no ha llegado.
Además, en Valparaíso, en el día de su llegada,
más de doscientos niños corrieron detrás de ellos
gritando:
-íFinalmente han llegado nuestros padres!
Mañana podremos ir al colegio. íOh, qué placer!
Al ver y al oír estas cosas, los dos pensaban
en cuanto habían leído en el sueño, pues de tal
forma correspondían los hechos a la predicción 1.
Durante los primeros días los alumnos de Sarriá
hicieron gran fiesta 2.
La primera vez que la banda de música
interpretó unas piezas después de la comida, don
Bosco entregó personalmente a cada uno de los
músicos un dulce. <(**Es18.73**))
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