((**Es18.72**)
-Veo montañas, colinas, mares...
Y los jóvenes afinaban la vista exclamando a
coro:
-Leemos Pekín.
Don Bosco vio entonces una gran ciudad. Estaba
atravesada por un río muy ancho sobre el cual
había construidos algunos puentes muy grandes.
-Bien, dijo la doncella que parecía su Maestra,
ahora tira una línea desde una extremidad a la
otra, desde Pekín a Santiago, haz centro en el
corazón de Africa y tendrás una idea exacta de
cuanto deben hacer los Salesianos.
-Pero >>cómo hacer todo esto?, exclamó don
Bosco. Las distancias son inmensas, los lugares
difíciles y los Salesianos pocos.
-No te preocupes. >>No ves allá cincuenta
misioneros preparados? >>Y más allá no ves más y
muchos más aún? Traza una línea desde Santiago al
Africa Central. >>Qué ves?
-Diez centros de misión.
-Bien; estos centros que ves serán casas de
estudio y de noviciado que se dedicarán a la
formación de los misioneros que han de trabajar en
estas regiones. Y ahora vuélvete hacia esta parte.
Aquí verás otros diez centros desde el corazón del
Africa a Pekín. También estas casas proporcionarán
misioneros a todas estas otras regiones. Allá está
Hong-Kong, allí Calcuta, más allá Madagascar. En
todas estas ciudades y en otras más habrá
numerosas casas, colegios y noviciados.
Don Bosco escuchaba mientras observaba
detenidamente todo aquello, después dijo:
->>Y dónde encontrar tanta gente y cómo enviar
misioneros a esos lugares? En esos países existen
salvajes que se alimentan de carne humana; hay
herejes y perseguidores de la Iglesia: >>cómo
hacer?
((**It18.74**)) -Mira,
replicó la pastorcilla, es menester que emplees
toda tu buena voluntad. Sólo tienes que hacer una
cosa: recomendar que mis hijos cultiven
constantemente la virtud de María.
-Bien, sí; me parece haber entendido. Repetiré
a todos tus palabras.
-Y guárdate del error actual, o sea el de
mezclar a los que estudian las artes humanas con
los que se dedican al estudio de las artes
divinas, pues la ciencia del cielo no quiere estar
unida a las cosas de la tierra.
Don Bosco quería continuar hablando, pero la
visión desapareció; el sueño había terminado.
Mientras don Bosco contaba este sueño, sus tres
oyentes exclamaron repetidas veces:
-íOh, María, María!
Cuando el Santo hubo terminado, dijo:
-íCuánto nos ama María!
Hablando después de este mismo sueño en Turín
con Lemoyne, comenzó a decir con acento sereno y
persuasivo:
-Cuando los Salesianos estén en China y se
encuentren en las dos orillas del río que pasa por
la cercanías de Pekín.. Unos se establecerán en la
orilla izquierda correspondiente al Celeste
Imperio y los otros en la derecha, perteneciente a
la Tartaria. íOh, cuando los unos(**Es18.72**))
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