((**Es18.717**)todas
las Hijas de María Auxiliadora, a todos los
Cooperadores y Cooperadoras Salesianas, lo mismo
que a todos nuestros alumnos y dependientes.
-Sí, con mucho gusto y de corazón os bendigo a
vos, a vuestros hermanos, a las Hijas de María
Auxiliadora, a vuestros buenos Cooperadores y
Cooperadoras y a todos lo que están con vosotros.
((**It18.850**))
-Santidad, si lo permite, llamaré, para que
reciban la bendición, a nuestro Procurador General
y a mi Secretario, que están en la antecámara
esperando.
-Sí, llamadlos, que vengan ellos también.
Sonó una campanilla y los hicieron pasar
adelante. El Santo Padre le dijo a don César
Cagliero, Procurador y Director de la Casa de
Roma:
->>Ya nos hemos visto?
-Sí, Santidad, soy el Procurador General de los
Salesianos y Director de la Casa del Sagrado
Corazón, aquí en Roma.
Y entonces el Padre Santo añadió:
-Procurad que la Casa de Roma sea una Casa
modelo, porque es muy importante.
Yo observé:
-Este fue precisamente el tema de la
conferencia que estos días di a los hermanos de
dicha casa.
Y don César Cagliero respondió:
-Santidad, procuraremos hacer lo posible para
corresponder a su bondad y a sus sabios avisos.
-Sí, procurad siempre consuelos al Papa, añadió
acentuando bien la última palabra.
Y dicho esto, con efusión del corazón, el Santo
Padre nos impartió la implorada bendición; y,
después de haber besado de nuevo su sacro Pie y la
mano, nos despidió.
Roma, 21 de febrero de 1888.
MIGUEL RUA, Pbro.
108
Audiencia de León XIII a monseñor
Cagliero
Carísimo don José Lazzero:
Acabamos de llegar de la audiencia del Padre
Santo. Nos recibió a las doce a nosotros dos solos
con afecto verdaderamente paternal. Quiso
enseguida que nosotros mismos colocáramos bajo sus
pies la piel de guanaco de nuestros Patagones.
Agradeció inmensamente el volumen (encuadernado en
S. Benigno) de las tres Encíclicas y lo examinó
atentamente: agradeció también el libro de don
Francisco Cerruti, Les idées de don Bosco, la vida
de Mamá Margarita y un opúsculo de Buenos Aires.
Le conmovió sobre manera este obsequio y encargó a
Monseñor que dijera a todos los muchachos estas
sus precisas palabras: Abrazo a todos con afecto y
los bendigo.
Hablamos de la constante unión de todos los
Salesianos después de la muerte de don Bosco y
dijo que éste había sido el temor que él había
tenido, pero que ahora estaba contentísimo.
(**Es18.717**))
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