((**Es18.711**)
p) A la señora Broquier
Marsella:
Que Dios recompense generosamente su caridad y
la bondad de su marido; siga ayudando nuestras
obras; ruegue por mi pobre alma. Yo también rogaré
por usted y la aguardo en la eterna
bienaventuranza, que espero de la infinita
misericordia del Señor. Así sea.
Turín.
Agradecido servidor,
JUAN BOSCO, Pbro.
((**It18.843**))
104
Prólogo al primer Elenco General de las Hijas
de María Auxiliadora, después
de la muerte de don Bosco
Muy queridas hermanas en J. C.:
He aquí el Elenco General de las Hijas de María
Auxiliadora para el año 1888.
Por él podréis ver, para vuestra satisfacción,
que el Señor, en su infinita misericordia, sigue
bendiciendo nuestra Congregación, enviándonos
vocaciones, aumentando el número de nuestras Casas
y ofreciéndonos así el medio para extender el
campo de nuestros trabajos por su gloria y por la
salvación de muchas almas. Por todo ello, demos
gracias a Dios.
No es preciso que os señale la inmensa pérdida
que hemos tenido con la muerte de nuestro
veneradísimo Fundador y Padre don Bosco; muerte
que nos produce a todas profundo dolor y nos
mantiene en luto. Habéis sido informadas de tan
gran desgracia. Quiero ahora recordaros que, en el
lecho del dolor, el veneradísimo don Bosco se
acordó muchas veces de nosotras y nos dejó
preciosísimos recuerdos. Tuve la incomparable
suerte de poderle visitar en su última enfermedad
y pedirle una bendición especial para todas, y él,
con su acostumbrada bondad, levantó la mano y
dijo: Bendigo todas las Casas de las Hijas de
María Auxiliadora; bendigo a la Superiora General
y a todas sus hermanas; cuiden de salvar muchas
almas. Otro día, en presencia del Revmo. Sr. D.
Miguel Rúa y de Monseñor Cagliero, añadió todavía:
Para las hermanas: OBEDIENCIA: practicarla y
hacerla practicar. Y finalmente al muy reverendo
don Juan Bonetti, encargado de nuestra dirección
general, le dio a conocer este otro sentimiento
suyo: Si las Hermanas observan las Constituciones
que se les han dado, tienen asegurada su
salvación.
Mis buenas y queridas hermanas, imprimamos en
nuestra mente y grabemos en nuestro corazón estos
tres recuerdos y conservémoslos como preciosa
herencia de nuestro buen Padre. Pero no nos
contentemos con atesorarlos, sino busquemos la
forma de sacar el mayor provecho posible
practicándolos. De este modo, seremos dignas Hijas
de María Auxiliadora, nos haremos santas y
mereceremos un día reunirnos en torno a nuestro
veneradísimo don Bosco en el cielo, donde
fundadamente esperamos que ya goza el premio de
sus santas virtudes y ruega por nosotras.
Me encomiendo a las oraciones de todas y
saludándoos de corazón, me profeso
Vuestra
afma. Hermana en J. C.,
Sor CATALINA DAGHERO
(**Es18.711**))
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