((**Es18.71**)
Don Bosco se encontraba en las proximidades de
Castelnuovo, sobre el cerro denominado Bricco del
Pino, cerca del valle Sbarnau. Dirigía a todas
partes su mirada, pero lo único que distinguía era
una densa espesura de bosque, que lo cubría todo,
recubierta, al mismo tiempo, de una cantidad
innumerable de hongos.
-Este, decía don Bosco, debe ser el Condado de
José Rossi, o al menos merecería serlo.
(Don Bosco, para despertar la hilaridad entre
los alumnos, había nombrado conde de aquellas
tierras al coadjutor José Rossi.)
Y en efecto, después de algún tiempo descubrió
a Rossi que, muy serio, contemplaba desde un cerro
los valles que se extendían a sus pies. El siervo
de Dios lo llamó, pero él no respondió más que con
una mirada, como quien está preocupado.
Don Bosco, volviéndose hacia otra parte, vio a
don Miguel Rúa, el cual de la misma manera que
Rossi, permanecía con toda seriedad sentado,
descansando.
Don Bosco llamó a entrambos, pero ellos
continuaron silenciosos y no respondieron ni con
un ademán.
Entonces descendió de aquel montículo y,
después de caminar un rato, llegó a otro desde
cuya altura descubrió una selva, pero cultivada y
atravesada por caminos y senderos. Desde allí
dirigió su mirada alrededor, proyectándola hasta
el horizonte, pero, antes que la retina, quedó
impresionado su oído por el alboroto que hacía una
turba incontable de niños.
A pesar de cuanto hacía por descubrir de dónde
procedía aquel ruido, no veía nada; después, a
aquel rumor sucedió un griterío como el que
estalla al producirse una catástrofe. Finalmente
vio una inmensa cantidad de jovencitos, los
cuales, corriendo a su alrededor, le decían:
-íTe hemos esperado, te hemos esperado mucho
tiempo, pero finalmente estás aquí; ahora estás
entre nosotros y no te dejaremos escapar!
Don Bosco no comprendía nada y pensaba qué
querrían de él aquellos niños; pero mientras
permanecía como atónito en medio de ellos, vio un
inmenso rebaño de corderos conducidos por una
pastorcilla, la cual, una vez que hubo separado
los jóvenes y las ovejas y colocado a los unos en
una parte y a las ovejas en otra, se detuvo junto
a él y le dijo:
->>Ves todo lo que tienes delante?
-Sí que lo veo, replicó el siervo de Dios.
((**It18.73**)) -Pues
bien, >>te acuerdas del sueño que tuviste a la
edad de diez años?
-íOh, es muy difícil recordarlo! Tengo la mente
cansada, no lo recuerdo bien ahora.
-Bien, bien; reflexiona y lo recordarás.
Después, haciendo que los muchachos se
acercasen a Don Bosco, le dijo:
-Mira ahora hacia esa parte, dirige allá tu
mirada; haced vosotros lo mismo y leed lo que
veáis escrito... Y bien, >>qué veis?
-Veo, contestó el siervo de Dios, montañas,
colinas, y más allá más montañas y mares.
Un niño dijo:
-Yo leo: Valparaíso.
-Yo, Santiago, dijo otro.
-Yo, añadió un tercero, leo las dos cosas.
-Pues bien, continuó la pastorcilla, parte
ahora desde aquel punto y sabrás la norma que han
de seguir los Salesianos en el porvenir. Vuélvete
ahora hacia esta parte, tira una línea visual y
mira.(**Es18.71**))
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