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internados y, muchas de las condiciones que he
señalado como previas, muy difícilmente se
encuentran en los muchachos en el mundo.
Efectivamente, mi objeto, en rigor sólo sirve para
sostener la tesis de la comunión frecuente para
los muchachos confiados al cuidado asiduo de
maestros cristianos. Sin embargo, pienso que en
las parroquias, por medio de los patronatos, y con
los alumnos externos de nuestras casas religiosas,
se puede hacer muchísimo, si se quiere: numerosos
ejemplos lo prueban. Siento no tener tiempo para
detenerme en ello.
Permitidme, señores, decir lo que se hace en
Turín, en la institución de don Bosco. Cuando yo
la visité, en 1888, había allí ochocientos
muchachos, los cuales comulgaban normalmente cada
semana y unos cuatrocientos más a menudo. Y ya
sabéis qué clase de muchachos había allí; puede
decirse que muchos habían sido recogidos en la
calle. >>Y qué es lo que don Bosco ha hecho con
aquellos muchachos? Cientos de ellos figuran en
las filas del clero de Italia, y son la flor y
nata de este clero y la legión de honor.
(Aplausos.) Don Bosco quería que sus casas se
llamaran oratorios, porque quería significar que
con la oración y la recepción de los sacramentos,
como únicos medios de acción por sí mismos, quería
llegar a la santificación de la infancia, a la
formación de hombres de fe y piedad. Sigamos,
señores, sus consejos y sus ejemplos. Y, si es
verdad que <>, recordemos las palabras de San Pablo:
Ego (Paulus) plantavi, Apollo rigavit, sed Deus
incrementum dedit (1 Cor. 3,6) y que no nos toca a
nosotros indicar a Dios los medios que queremos
emplear, después de que Cristo dijo: Amen, amen
dico vobis, nisi manducaveritis ((**It18.814**)) carnem
Filii hominis et biberitis eius sanguinem, non
habebitis vitam in vobis (Jn. 6,54). (Aplausos.)
Antes de imprimir estas páginas, he querido
comunicarlas a don Miguel Rúa, el cual me escribe:
Oratorio Salesiano de S. Benigno Canavese, 7
de septiembre de 1890
Muy Rdo. Sr. abate Temmerman:
..................................................
.......................
He leído lo que usted ha dicho en el Congreso
Eucarístico sobre la comunión frecuente de los
muchachos: ha hablado muy bien y presentado
fielmente las ideas de nuestro muy querido P. don
Bosco, de santa memoria. Le devuelvo el impreso,
en el que encontrará solamente dos pequeñas
correcciones ortográficas: por lo demás yo no
modificaría nada, cuando se trata de alumnos
internos.
Le agradezco las hermosas palabras que ha
tenido a bien decir sobre nuestro buen Padre y su
sistema de educación y hago ardientes votos a fin
de que su propaganda sobre la comunión frecuente
de los niños obtenga resonancia en todos los
colegios católicos y también en todos los
seminarios.
Que el señor le conserve con buena salud y su
gracia y, sí puedo servirle en algo, no olvide que
siempre soy su
Seguro Servidor en J. C.
MIGUEL RUA, Pbro.
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