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oriental de la Cordillera, millares y millares de
almas en las sombras de la muerte, esperando la
obra del misionero católico. Con esta confianza
emprenderé otras Misiones, ofrecidas a los
Salesianos por el Papa, los Obispos y muchos
Gobiernos.
Permita, pues, V. S. que, ya bajo el peso de
los años y de los achaques de la vejez, le pida
hoy: una limosna para mis ciento y pico
misioneros, que, aunque lejos de mis ojos, están
todavía siempre junto a mi corazón; una limosna
para tantos pobres salvajes, adultos y pequeños,
ya convertidos por ellos, los cuales, sin
conocerme, me llaman padre; una limosna ((**It18.788**)) para
muchos otros miles que están esperando a los
Salesianos como a ángeles liberadores. Pido esta
caridad en nombre de Jesucristo, que dio su sangre
y su vida por las almas; en nombre de Jesucristo,
que ha prometido hacer partícipes del mérito y del
premio de los predicadores del Evangelio a todos
los que, por su amor, les hayan socorrido y
ayudado: Qui recipit prophetam in nomine
prophetae, mercedem prophetae accipiet.
Este vuestro humilde comunicante y los
trescientos mil muchachos, que hoy están bajo la
dirección de los Salesianos en las diversas partes
del mundo, harán diariamente vivas instancias ante
el trono de Dios y de la Santísima Virgen
Auxiliadora, para que derramen sobre V. S. y todas
sus obras, las más selectas bendiciones, aun
temporales; le concedan la salud, la paz y la
concordia familiar y también la prosperidad de sus
intereses materiales. La experiencia nos enseña
que los bienhechores de nuestros misioneros gozan
en vida y en muerte de una especialísima
protección del Cielo.
Esta es la explicación de mi pensamiento, como
de amigo a amigo, con la esperanza de que no habré
hablado inútilmente a la mente y al corazón de V.
S. Benemérita.
Por fin, mientras espero su caridad, me
encomiendo a sus fervorosas plegarias y me
profeso, con todo mi aprecio y profundo
agradecimiento,
De V. S. Benemérita.
Turín, 4 de noviembre de 1887.
Atto. s. servidor,
JUAN BOSCO, Pbro.
MODOS DE AYUDA
Como quiera que las necesidades son muchas, mis
bienhechores pueden ayudar de mil modos, es decir,
enviando ropa blanca, telas, paños, trajes, aunque
estén usados con tal de que se hallen en buen
estado, objetos litúrgicos, como altares
portátiles, casullas, estolas, albas, manteles,
misales, cálices, copones y cosas semejantes.
Los sacerdotes pueden colaborar con la
celebración de cierto número de misas, según mi
intención, enviándome la certificación.
Quien no pudiese de otro modo o prefiriese
contribuir con un donativo en metálico, sepa que
éste será recibido aunque sea de unos céntimos;
pero en tal caso, si se empleare para el envío el
correo, procúrese hacerlo por carta certificada o
recúrrase a otro medio seguro.
Algunos Cooperadores han tomado la laudable
costumbre de ayudar a las Misiones con la adopción
de un misionero, cuyos gastos de manutención y
vestido, y sin
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