((**Es18.642**)
B
Beneméritos Cooperadores y Cooperadoras:
La viva solicitud, con que siempre tomáis parte
en las Obras Salesianas, me hace pensar que será
de vuestro gusto que os presente un breve informe
sobre lo que nos ha ocurrido en estos últimos
días.
Ciertamente ya conocéis la terrible catástrofe
del terremoto del día veintitrés del pasado
febrero, que destruyó y arruinó en un instante
palacios y tugurios y produjo gravísimos daños en
Italia y causó muchísimas víctimas en Liguria.
Con el alma llena de reconocimiento al Señor,
os anuncio ante todo que, en medio de tantos
heridos y muertos, no hemos tenido que deplorar
ningún daño personal. Salesianos e Hijas de María
Auxiliadora, alumnos y alumnas de todas las casas
quedaron a salvo, no sólo de la muerte, sino
también de heridas y contusiones. No hubo más mal
que el espanto, la alarma, el ansia indescriptible
que se apoderó de todos, y el miedo invencible a
quedar encerrados dentro de los edificios, como en
algunos del litoral de Liguria, donde hubieron de
pasar varios días y noches acampados como pudieron
y al aire abierto en patios y jardines.
Pero, si nos hemos librado de las desgracias
personales, no así de los daños materiales.
Nuestras casas de Piamonte y Toscana solamente
tuvieron muros agrietados, techos arruinados,
escaleras y arcadas removidas; daños, en fin,
remediables fácilmente. Pero algunas de nuestras
casas del oeste de Liguria, zona más castigada,
sufrieron mayores daños. Entre éstos figura la
fachada de la iglesia del colegio de Alassio que
amenaza ruina y la casa de Vallecrosia, junto a
Bordighera, totalmente arruinada e inhabitable sin
costosos trabajos. Ya se han quitado los
escombros; ha habido que cerrar las escuelas y el
colegio femenino anejo, enviar a sus familias a
una ((**It18.761**)) parte
de las muchachas, y trasladar las otras a
Nizza-Monferrato, por haber quedado huérfanas o
sin casa.
Como puede verse, este triste suceso nos obliga
a grandes sacrificios, a fin de que no
desaparezcan obras que costaron muchos gastos e
inmensos trabajos, y que no podemos abandonar sin
gran daño para las almas. Ello nos obliga a gastos
de viajes, reparaciones, manutención de muchachos
y muchachas, cuyos padres sufrieron el azote; nos
obliga, en suma, a cuantiosos gastos, que hace
poco no hubiéramos podido ni imaginar.
Os diré, entre otras cosas, que la casa de
Vallecrosia es una de las más necesarias para bien
de la religión y de las almas, porque en aquella
localidad se hallan instalados los protestantes,
los cuales emplean toda suerte de medios para
ganarse a la juventud de ambos sexos y
arrebatarles la fe; y por eso hay que restaurarla
a toda costa.
>>Cómo hacer? Yo no quiero desanimarme. Aunque
impotente por mis males físicos para poder salir a
pedir la ayuda necesaria, espero remediar el
desastre por medio de mis Cooperadores y
Cooperadoras. A unos y a otras pido humildemente
caridad.
Conozco vuestro buen corazón, y me parece que
sobran palabras para animaros a ayudarme.
Solamente os pido que reflexionéis que las
calamidades públicas deben servir para espolear a
los buenos cristianos a moverse para mitigar los
lamentados efectos y hacer, diría yo, casi lo
imposible por repararlos.
La caridad realizada en semejantes casos, a la
par que resulta más suave para quien la ejerce y
para quien la recibe, resulta además una especie
de himno al Señor
(**Es18.642**))
<Anterior: 18. 641><Siguiente: 18. 643>