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((**Es18.641**) de las casas. Y después, por la tarde, se cante el Te Deum y se imparta la bendición con el Santísimo Sacramento. Mientras tanto, como también nosotros hemos sufrido grandes daños materiales, pues se ha arruinado la casa de Bordighera y habrá que volver a levantarla, conviene que todos nos pongamos de acuerdo para disminuir los gastos en cada casa, a fin de subvenir a la inesperada necesidad. Por otra parte, son tantos y tan grandes los desastres, a los que debe atender la caridad pública, para reconstruir casas, albergar a los pobres y mantener a los huérfanos, que nuestros bienhechores no se encontrarán en situación de aportar los socorros que necesitaríamos. Por lo cual os recomiendo que no se hagan durante este año obras nuevas, reparaciones, ni gastos o adquisiciones que no sean de extrema necesidad. Sepan todos y cada uno de los hermanos hacer por su cuenta los sacrificios y privaciones que son del caso y procuren evitar gastos en viajes, libros, ropa y en todo lo que sea posible, tanto en casa como fuera de ella. De esta manera podremos reparar, al menos en parte, los daños sufridos, restaurar la casa derruida, y reemprender las obras de religión y de caridad más necesarias para mayor gloria de Dios y bien de las almas. Sabed también aprovechar esta triste circunstancia para exponer a los bienhechores, con quienes tratéis, la necesidad en que nos encontramos, y animarles de este modo a la caridad. El simple recuerdo de lo sucedido puede inspirar muy buenos pensamientos. No dejéis de recomendar a los alumnos que sean buenos, devotos de la Virgen y que vivan en gracia de Dios para merecer su protección en todo tiempo y lugar y, especialmente, en los peligros repentinos e inesperados, como el del señalado terremoto, que en un instante causó millares de víctimas. Pero así como, por una parte, podéis hacer comprender que semejantes azotes proceden de la indignación de Dios, y cesan por su misericordia, como dice la Iglesia: Ut mortalium corda cognoscant et, te indignante, talia flagella prodire, et, te miserante, cessare, no dejéis, por otra parte, de animar a todos a tener gran confianza en Dios, el cual sostiene la tierra en sus manos omnipotentes, y ha asegurado que no caerá un cabello de nuestra cabeza sin su permiso: et capillus de capite vestro non peribit. ((**It18.760**)) Aprovecho también esta propicia ocasión para agradeceros las oraciones que hacéis por mí, y os suplico que sigáis haciéndolas, añadiendo un gran interés por salvar vuestra alma, organizándoos como buenos religiosos; porque el saber que mis queridos hijos viven santamente, que salvan las almas, que honran a la Iglesia, me consuela más que todo, me hace olvidar mis males y volver a una nueva vida. Finalmente imploro sobre cada uno de vosotros y sobre los muchachos de esta casa, la bendición de Dios y la protección de María Auxiliadora, mientras tengo la satisfacción de proclamarme Turín, 1 de marzo de 1887. Vuestro afmo. in J. C., JUAN BOSCO, Pbro. (**Es18.641**))
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