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nueva parroquia de Patagones, costaron muchos
trabajos y la friolera de cincuenta mil francos.
Las misiones dadas y las que se han de dar
representan también un gasto serio: vienen a
costarnos, por término medio, de dos a tres mil
liras cada una.
III. Las nuevas estaciones de Malbarco y Roca
pesan todavía sobre nuestras espaldas, y ya usted,
queridísimo Padre, está al corriente desde antes,
de las diferentes peticiones y letras que se le
han enviado desde aquí.
Y, aunque la Divina Providencia, siempre haya
venido en nuestra ayuda tempore opportuno, y
últimamente a través de los RR.PP. Cartujos, a
quienes estamos agradecidos de todo corazón y
reconocidísimos en el Señor, sin embargo, conviene
que le manifieste la necesidad que estas misiones
tienen de la ayuda y caridad de nuestros buenos
Cooperadores y Cooperadoras Salesianas.
IV. Mientras el queridísimo Monseñor, con
algunos de sus misioneros, desafiando los ardores
del solazo de verano sobre las áridas arenas del
desierto, subirá por las márgenes del río Negro y
Neuquén hasta la cordillera, para pasar desde allí
a Concepción de Chile, predicando, instruyendo y
administrando los Sacramentos a las diversas
tribus salvajes, entre las que se encuentran las
del cacique Sayuhueque y Yancuche con más de dos
mil individuos, don José Fagnano desafiará los
cambios del mar y de las estaciones y tomará
posesión de su Prefectura. Dentro de pocos días
irá a Montevideo para concertar su partida hacia
Punta Arenas.
V. Quizá visite a don Angel Savio y a don José
M.¦ Beauvoir en el río de Santa Cruz, para ver el
modo de organizar excursiones a lo largo de la
costa, por aquellos puntos.
Aquí tiene, carísimo don Bosco, brevemente
expuesto lo más importante de lo realizado con
ayuda de Dios y de nuestros Cooperadores y
Cooperadoras Salesianas, y por realizar en el
corto espacio de casi un año.
Dejo de notar las obras de menor importancia,
las funciones solemnes, los bautismos de indios en
esta residencia, las reuniones de las piadosas
asociaciones, y muchas otras funciones que
continuamente tienen ocupado a nuestro querido
Monseñor, el cual sabe aprovechar la más pequeña
circunstancia, y no ahorra nada que de algún modo
pueda concurrir al incremento del espíritu
católico en estas desgraciadas tierras. El buen
Dios nos favorece a todos con una estupenda salud
corporal, y esperamos que también aceptará nuestro
grande y ardiente deseo de hacer algún bien a las
almas.
Carísimo don Bosco, cuando ésta llegue a sus
manos, estarán a punto ((**It18.746**)) de
empezar las fiestas de Navidad. Acepte, pues, las
felicitaciones que de todo corazón le envían por
mi medio sus hijos de Patagonia, a fin de que
pueda gozar todavía ad multos annos unas felices
fiestas en medio de sus hijos queridos.
Que lluevan del cielo abundantes bendiciones
sobre usted y se derramen sobre sus miembros para
discurrir después y animar a todos sus hijos en
las más santas empresas.
Bendíganos, queridísimo Padre, a la entrada del
Año Nuevo y que su bendición sea prenda de las
bendiciones de Jesús y de María.
Y finalmente, recuérdeme particularmente en sus
santas oraciones a los pies de María Santísima
Auxiliadora nuestra Madre, implorando para mí
aquellas gracias que como usted sabe, tengo
especial necesidad.
Carmen de Patagones, 14 de octubre de 1886.
Su afmo. y
obediente hijo en Jesús,
ANTONIO RICCARDI, Pbro.
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