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((**Es18.623**) Ruegue y haga rogar por el queridísimo Monseñor, a fin de que el Señor le conceda siempre tan buena salud como hasta el presente, y pueda así llevar a término las santas empresas empezadas para gloria de Dios y de María Auxiliadora y para bien de tantas almas; y ruegue también por todos nosotros, sus queridísimos hijos de América, que tanto le queremos en el Señor, a quien le recomendamos todos los días y a toda hora, con todo el ardor de nuestro ardentísimo afecto filial. No me olvide a mí, que necesito mucho de sus santas oraciones para corresponder dignamente a los innumerables favores que debo a Dios, a María Santísima Auxiliadora y a usted. Almagro, Buenos Aires, 12 de marzo de 1886. Suyo afectísimo en el Señor, ANTONIO RICCARDI, Pbro. 52 Carta de don santiago Costamagna a don Miguel Rúa sobre la casa de La Plata Revmo. y Carísimo Señor Vicario: Usted me ha pedido noticias sobre nuestra acción en La Plata. Y voy a dárselas. Esta obra es más una misión que una casa, ya sea porque todavía sólo cuenta con dos hermanos, don Marcelino Scagliola ((**It18.739**)) y Antonio Ruggero, ya sea porque lo que allí hacen los Salesianos tiene todas las condiciones de una misión. íPobres italianos! Han llegado por millares a La Plata, con la esperanza de ganar dinero, sin perder su religión, y apenas vieron levantarse entre sus casas una iglesia bastante amplia (es de tres naves, aunque sea de madera), se alegraron muchos de ellos. Pero aquí, en América, el demonio es tremendo. Imagínese que hay quien ofrece cinco, seis y hasta diez escudos al que deje de ir a misa. Lo sé de buena tinta. Ahora bien, teniendo en cuenta que el dinero no sólo venda los ojos, sino que hasta se los saca a nuestros compatriotas, >>quién no gritará como yo: <>, y quién podrá sugerir fácilmente a un amigo suyo de esa ciudad: -Vete allí tú también; vete a hacer las Américas? -Sí, hará las Américas (la suya), pero deshará su propia alma. Ayer fui a visitar a nuestros hermanos de La Plata, para bendecir el Via Crucis y predicar la clausura del mes del Sagrado Corazón, al que está dedicada aquella iglesia. Ya ve usted: también en esta República tienen los Salesianos una iglesia del Sagrado Corazón. Parece que el Sagrado Corazón nos quiere extraordinariamente a los pobres Salesianos; pero, ciertamente, también nos exigirá una correspondencia más que ordinaria. Antes de ayer mismo, asistiendo a una fiestecita que nuestras colegialas del colegio de María Auxiliadora de Almagro dedicaron al Sagrado Corazón de Jesús, me persuadí más aún de cuanto acabo de decir. Al terminar un diálogo con aquellas colegialas, me brotaron estas palabras: <(**Es18.623**))
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