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50 (el original en francés)
Carta de don Luis Cartier a don
Miguel Rúa
Muy querido padre don Miguel Rúa:
He aprovechado el paso de S. M. don Pedro, para
visitarle en nombre del buen Padre don Bosco y de
todos sus hijos del Brasil. Llegué a Cannes el
pasado viernes con bastante mal tiempo, y después
de saludar a algunos amigos de don Bosco, entre
ellos al señor ((**It18.735**))
Guigou, me presenté en el Hotel Beauséjour. Pedí
ver a su Majestad y me respondieron que era
imposible, porque el Emperador estaba desayunando
y debía partir inmediatamente para Niza. Como
insistí, me hicieron firmar en un registro del
Emperador y me pidieron la tarjeta de visita.
Se la entregué, después de escribir debajo de
mi nombre: De parte de don Bosco. Por fin me
dejaron pasar y me recibió el señor Vizconde de
Nivac, chambelán de Su Majestad. Es un hombre muy
afable y distinguido, que ha servido en la marina
francesa como oficial. Me habló de la casa de San
Pablo y de su amable director, a quien él ha
tenido ocasión de conocer y con quien ha hablado
en diversas ocasiones. Me prometió apoyarnos ante
el Emperador en favor de nuestras casas de Brasil.
A las once acabó de desayunar el Emperador y me
dedicó los pocos minutos que le quedaban antes de
que saliera el tren en el que debía ir a Niza. Fui
recibido de la forma más amable que pueda
imaginarse.
El Emperador me dio la mano y me preguntó por
don Bosco: ->>Cómo va don Bosco? >>Está en Niza?
Es un gran hombre... un santo... le quiero
mucho... hace mucho bien. Aprecio mucho sus obras
y sobre todo la casa de San Pablo, donde se hace
mucho bien.
Me retiré, después de haber manifestado a Su
Majestad el pesar de don Bosco, que habría sido
muy feliz recomendando a su augusta Persona, sus
hijos de Brasil y de Niza. El Emperador me
respondió que también él sentía mucho tener que
partir tan rápidamente de Cannes, pues le hubiera
gustado visitar nuestra casa de Niza.
La Emperatriz tuvo la misma afabilidad y la
misma solicitud para manifestarme su veneración a
don Bosco y su admiración por sus obras. Me
recomendó muy encarecidamente dijera a don Bosco
que rezara por el Emperador y por ella.
Terminada mi visita, volví a Niza. El Emperador
debía salir de Cannes el domingo y, por tanto, yo
no tenía tiempo que perder si quería obtener otra
audiencia. A mi vuelta a casa, escribí rápidamente
una carta de agradecimiento y preparé unos objetos
para presentarlos a Sus Majestades. El sábado por
la mañana se trasladó el padre Fasani a Cannes;
fue recibido por don Pedro y le presentó dos
ejemplares de Don Bosco par le Dr. Despiney y tres
grandes fotografías de don Bosco, más un ejemplar
de las Ideas de don Bosco. Todo lo recibió con
agrado. El Emperador dijo juzgando a don Bosco:
-Yo no me conformo con ver su retrato, quiero
verle en persona... sí, iré a verle.
Esperemos que esta visita al Soberano de Brasil
redunde en favor de nuestra Obra y sirva para
mayor gloria de Dios.
Y ahora a otra cosa. Nuestra economía siempre
con dificultades. Ya no sabemos hacia dónde
volvernos. íProcuramos ahora pagar nuestras
deudas! íQue la Providencia nos ayude!
((**It18.736**)) La
casa, por dentro, va bien.
Deo gratias.
(**Es18.620**))
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