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Carta de don Bosco al señor Jackson, de
Montevideo
Ilmo. y benemérito señor Juan Jackson:
Nuestro queridísimo don Luis Lasagna, gracias a
Dios, llegó aquí felizmente el quince de agosto
p.pdo., día de mi setenta y un aniversario. Junto
con los cordiales saludos y felicitaciones de mis
queridos hijos de América, me trajo también mil
felicitaciones de parte de V. S. benemérito y gran
bienhechor de los salesianos del Uruguay,
Conmovido y reconocido a la eximia bondad de V. S.
agradezco sinceramente sus felicitaciones
agradabilísimas, y las considero como prenda
segura de la continuación de su favor y de su
poderosa ayuda a mis queridos hijos los
salesianos. Con tal persuasión, a la par que
agradezco con toda mi alma el mucho bien que ya
nos ha hecho, pongo mi confianza en su gran
caridad para la realización de otras obras que en
estos difíciles tiempos restan por hacer en
Montevideo, especialmente en favor de la juventud
pobre y abandonada. En verdad, pienso que V. S. es
verdaderamente el bendito instrumento designado
por la Divina Providencia para ayudarme a levantar
en Montevideo ((**It18.734**)) una
Casa Salesiana para muchachos pobres con una
iglesia al lado, dedicada al Sacratísimo Corazón
de Jesús; pues de esta Casa y de este Santuario,
más que de ninguna otra parte, hemos de esperar el
triunfo definitivo que la Religión Católica tendrá
también en esa República para satisfacción de los
buenos y gloria de Dios.
Le aseguro, además, con toda mi alma, que si V.
S. nos ayuda a levantar esa casa e iglesia hará
una de las obras más agradables a Dios, y más
útiles a la ciudad de Montevideo. Por eso, con
mucho gusto dejaré que vuelva a esa ciudad y a esa
república, para trabajar con celo y abnegación,
nuestro querido don Luis Lasagna, que algunos
juzgaban conveniente se quedara aquí por los
intereses generales de la Congregación. Más aún,
haré que vuelva pronto y acompañado de un buen
número de mis hijos e hijas de María Auxiliadora,
para que le ayuden a llevar a término las obras ya
emprendidas y las que necesariamente se deben
emprender todavía.
Ayúdenos, pues, V. S. y su digna familia con
los medios que Dios puso en sus manos y nosotros
los salesianos nos pondremos totalmente a su
disposición para promover en esa República el
mayor bien posible cuanto antes, dedicando a ello
con todo el corazón, el tiempo, la inteligencia,
la salud y la vida.
Por consiguiente, le bendigo y doy las gracias
anticipadamente, mi buen señor, y le aseguro en
nombre de Dios que, si lo hace así recibirá
ciertamente del cielo especialísimas bendiciones
para su persona, su familia, su tierra, y, lo que
más importa, se asegurara una hermosa corona y un
buen lugar en el Paraíso, como yo se lo deseo y
auguro con todo mi corazón.
Finalmente, invocando una vez más las mejores
bendiciones del cielo sobre V. S. y todos sus
parientes y amigos, por quienes rogaré y haré
rogar a mis muchachos, con todo respeto y
reconocimiento, me profeso en J. C. N. S.
Turín, 1.° de septiembre de 1886.
Atto.
seguro servidor,
(firmado) JUAN BOSCO, Pbro.
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