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los diversos establecimientos de nuestra Pía
Sociedad, actuando como maestros de arte en los
talleres, como catequistas en los oratorios
festivos y especialmente en las misiones. Por eso
y para corresponder debidamente a su vocación:
1. Mostrarán en todo lugar y circunstancia
respeto a los Superiores y a los Sacerdotes,
viendo en ellos unos Padres y unos Hermanos, a los
que deben vivir unidos con el vínculo de la
caridad fraterna formando un solo corazón y una
sola alma (Reg. Cap. II, 2).
2. Desempeñarán con diligencia el cargo que se
les asignare, sea el que fuere, teniendo en cuenta
que no es la importancia de la encomienda lo que
la hace agradable a Dios, sino el espíritu de
sacrificio y de amor con que se realiza.
3. No se tomarán trabajos ni encargos externos,
sin expreso consentimiento de los Superiores.
4. En todo lugar y ocasión, en casa y fuera de
ella, con las palabras y las acciones, demuestren
siempre que son buenos religiosos, ya que no es el
hábito lo que hace al religioso, sino la práctica
de las virtudes religiosas; y, lo mismo ante Dios
que ante los hombres, es más apreciado un
religioso vestido de seglar, pero ejemplar y
fervoroso, que no otro vestido con hábito, pero
tibio e inobservante.
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& 2. Sobre los aprendices
Una de las principales obras de caridad que
ejerce nuestra Pía Sociedad es la de recoger, por
cuanto le es posible, jóvenes abandonados, a
quienes sería inútil instruirlos en las verdades
de la fe católica, si no se les enseñase o
preparase en un arte u oficio. En aquellas casas
en las que el número de aprendices es elevado, se
puede encargar a un Socio el cuidado de los
mismos, con el título de Consejero profesional.
La finalidad de la Sociedad Salesiana, al
acoger y educar a estos jóvenes aprendices, es la
de prepararlos de tal modo que, al salir de
nuestras casas, después de terminar su
aprendizaje, puedan ganarse honradamente el pan,
estén bien instruidos en la religión y tengan los
conocimientos científicos suficientes para su
estado.
De ello se sigue que el plan de su educación
debe ser triple: religioso-moral, intelectual y
profesional.
Educación religioso-moral
Se obtendrá una buena educación religioso-moral
si se practican las siguientes normas:
1. Cuídese con esmero que el reglamento de las
casas sea fielmente cumplido.
2. Recuérdese frecuentemente a los alumnos el
pensamiento de Dios y del deber, y se les convenza
de que las buenas costumbres y la práctica de la
religión es natural y necesaria para toda clase de
personas.
3. Cuídese mucho que sepan y vean que son
amados y apreciados por los Superiores, lo cual se
obtiene tratándolos con espíritu de verdadera
caridad, como se recomienda en el santo Evangelio.
4. Para animar al estudio del catecismo,
establézcase un examen especial, con premios a
distribuir con cierta solemnidad a los que
obtuvieren mejores calificaciones.
5. Instrúyaseles en el canto gregoriano, para
que, al salir de la escuela, puedan tomar parte en
las funciones religiosas de las parroquias y
asociaciones religiosas.
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