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el Alcalde y demás autoridades, recordando aquel
aviso del Espíritu Santo: <>.
Relaciones con el pueblo
El espíritu de nuestro santo Protector era el
de darse a todos para todo, omnibus omnia factus;
este mismo espíritu debe ser el alma de todos los
Salesianos, y debe serlo, de modo especial, de
aquel que ha sido llamado a regir una parroquia.
Cuide, sin embargo, de que la caridad y el celo
por las almas confiadas a su cuidado no le haga
olvidarse de sí mismo. El recogimiento y el
recato, necesarios a un sacerdote, son
indispensables en un religioso. A fin de que se
conserve así y aparezca de este modo ante los ojos
de sus feligreses, tenga en cuenta lo que sigue:
1. Aun cuando uno de sus cuidados ha de ser el
de atender las asociaciones católicas y
especialmente la de los Cooperadores Salesianos,
las conferencias de San Vicente de Paúl, la
Compañía del Santísimo Sacramento para la
Adoración de las Cuarenta Horas, y el
acompañamiento del Santo Viático, y el de
asistirlas personalmente, cuando pueda, para que
se mantengan en auge, procure no mostrar nunca
predilección por ninguna. Evite las largas
conversaciones, especialmente con personas de otro
sexo. La experiencia demuestra que, por inocente y
santo que sea el motivo que a ello le mueve, suele
ocasionar críticas y maledicencias.
2. Ayudará mucho a esto, puesto que, por razón
de su ministerio o por caridad tendrá que hablar
con alguna mujer, que lo haga en el despacho
parroquial o en otro lugar contiguo a la sacristía
y siempre a puertas abiertas.
3. Evite, en lo posible, hacer visitas inútiles
a las familias. Lo menos que con ellas se pierde,
es el tiempo. Cuando sea llamado a visitar a los
enfermos, especialmente cuando deba pasar largo
tiempo junto a su lecho, procure manifestarse como
un hombre de Dios y entregado a la oración;
mantenga un porte modesto y comedido, y sus
palabras sean siempre de aliento para el enfermo y
de edificación para los parientes.
4. Formen el objeto de su predilección los
enfermos, los pobres y los niños. Ellos eran las
delicias del Divino Salvador; y en general, el
párroco más querido es aquél a quien pueden
acercarse siempre los pobres y los niños.
5. Cuando reciba o dé limosnas, piense en los
más necesitados y en los que más acuden a las
funciones parroquiales y a los sacramentos. En
alguna ocasión, podrá atender ((**It18.698**)) con
preferencia a algún necesitado menos bueno, para
ganar su corazón; y, a veces, la prueba da buen
resultado.
6. En las parroquias donde hubiere anejo un
internado de huérfanos, el Párroco deberá ser muy
prudente para evitar que nadie sospeche que las
limosnas pasan a la casa y no a los pobres, a
quienes van destinadas.
7. La asistencia a los pobres resultará mucho
más fácil, si funda en la Parroquia las
Conferencias de San Vicente de Paúl.
&3. Ingresos parroquiales
1. No es posible dar una norma fija para las
limosnas. Conviene ante todo que el Párroco tenga
en la iglesia un cepillo para limosnas en favor de
los pobres y, si el dinero recogido no fuere
suficiente para las necesidades, podrá tomar de
los ingresos parroquiales lo que la prudencia y la
caridad le sugieran, con el consentimiento de su
Director, llevando cuenta, sin embargo, en los
registros de cuanto se retira para este fin.
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