((**Es18.577**)Thiene,
de San Ignacio de Loyola, y de todas las demás
congregaciones hasta nuestros tiempos, sin
embargo, quien examina el Instituto de don Bosco
ha de persuadirse de que él no sólo procuró
igualar estas leyes sapientísimas, sino que quiso
del todo que su característica dominante fuese la
caridad. En las leyes de Ignacio domina la
sabiduría, la previsión. Es un capitán espiritual,
pero siempre un capitán, un general que, cambiando
la política de aquel siglo por la política
divinizada del Evangelio, se ciñó una faja a la
cintura y, en vez de la espada, empuñó el
crucifijo y cambió la bandera. Su característica
es la previsión, la exactitud, la firmeza, el
orden y la simetría: una arquitectura admirable,
una obra maestra. El perfil de don Bosco es más
simple, más a la buena, pero domina en él la
caridad; omnis spiritus laudet Dominum (alabe todo
espíritu al Señor). Existe aquella diferencia de
las cartas de San Pablo y de San Juan. Uno corta
de un tajo los errores, el otro predica la caridad
en todos los tonos: Filioli, diligite alterutrum
(Hijitos míos, amaos unos a otros). El Instituto
Salesiano con sus oratorios, con sus escuelas, os
predica constantemente la caridad. A primera vista
no distinguiréis a los hijos de don Bosco de los
sacerdotes seculares, pues no llevan ningún hábito
especial; pero, en su aspecto noble y serio, en
sus modales, en sus palabras y en su espíritu,
fácilmente veréis unos sacerdotes buenos, llenos
de celo por la gloria de Dios y derramando
espíritu de caridad.
Fe viva, caridad ardiente: he ahí el secreto de
esta obra tan enraizada y tan extendida en tan
breve espacio de tiempo. Fe y caridad: ése es el
sello característico de las Obras de don Bosco,
sin el cual no hay obra insigne que nazca, o que
pueda crecer y extenderse, cuando llega a nacer.
Concluía dirigiendo su palabra de manera
especial a las madres de familia, diciendo que
este hombre de Dios trabaja sin descanso para
ellas y para sus hijos: que no ((**It18.672**)) era
suficiente un sentimiento de veneración y estima a
la obra y a su fundador, sino que debían
corresponder con la caridad y cooperar a tanto
bien. La fe sería estéril sin la caridad; y
concluyó su admirable discurso refiriéndose a las
insignes obras de caridad ya existentes en Roma,
pero que no son suficientes para la siempre
creciente población, y que es caridad exquisita
colaborar en la edificación del hospicio del
Sagrado Corazón y en la manutención de los
jovencitos que allí crecen, con esperanzas de
religión y de Cielo, y que Dios recompensará
generosamente un día a las almas bienhechoras y
caritativas, cuando les diga: Tenía hambre y me
disteis de comer, tenía sed y me disteis de beber,
etc.
26
Cartas de prelados, recientemente inscritos
entre los Cooperadores
Salesianos
a) Cardenal Melchers (el original en
latín)
Ilustre y Reverendo Señor:
He recibido su muy grata carta, y con ella un
volumen de la historia de la Pía Unión de
Cooperadores Salesianos, que ya se ha propagado,
con la bendición y el fruto de la gracia de Dios,
a través de numerosas regiones en ambos
hemisferios del planeta, y que, con fecha del
cuatro de mayo, ha querido remitirme y por la que
me incluye en la lista de cooperadores de dicha
asociación.
(**Es18.577**))
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