((**Es18.567**)veneraci
ón personal. íCómo habrá podido romperse este
edificante cuadro! íQué bien ilustraría la
presente relación!
Al día siguiente por la mañana me encontré con
nuestro condiscípulo Eduardo Jourdan a la puerta
de la habitación del Padre. Acababa de llamar y
nadie le respondía.
-Yo quisiera verle, me dijo: >>dónde estará?
En aquel momento nos dijo un clérigo que se
encontraba en la sala de lectura. A toda prisa nos
dirigimos hacia la sala. Apenas si habíamos dado
diez pasos cuando salió el Padre. Corrimos hacia
él y nos arrodillamos. Jourdan le dijo:
-Padre, estoy indeciso con mi vocación. Dígame
qué debo hacer.
-Usted, amigo mío, tiene que venir conmigo.
Usted será Salesiano.
((**It18.660**))
Preguntéle yo entonces qué camino debía seguir, y,
por toda respuesta, recibí un gesto negativo, con
el que me quiso decir:
-No, a usted no le quiero.
Sin quedar muy satisfecho, me quedé muy
contento por tener una decisión clara y limpia,
como sólo pueden darla los Santos.
Me permito hacer aquí una observación, que
tiene su importancia. Don Bosco dijo sí a uno y no
al otro; pero dijo sí y dijo no con la misma
seguridad, con la misma visión clara y precisa
sobre el porvenir del uno y del otro, bajo la
influencia de la misma inspiración. Tan importante
era para mi salvación decirme no como decir sí a
Jourdan.
A la mañana siguiente el Sr. Robillond presentó
nuestro curso, el curso de los FrŠres-lais
(Hermanos resalvos, que son los vástagos que se
dejan para formar un árbol) a don Bosco, el cual
nos recibió en su habitación. Nos pusimos a su
alrededor para oír bien sus palabras. >>Qué nos
dijo? Cosas excelentes de cara a nuestra formación
sacerdotal y para nuestra preparación al
ministerio de las almas, de las que, después de
cuarenta y ocho años, no hemos guardado ningún
detalle. Pero tenemos que hacer una confesión.
Había en nosotros más curiosidad que atención y
nos distraía lo que ocurría detrás del Santo.
Algunos de nosotros habían llevado las tijeras.
El seminarista Fassion ya nombrado, el más
atrevido de todos, me recuerda el incidente en
estos términos: <>.
El seminarista Anselme 1 me escribe: <>.
Según el seminarista Rostang 2 no tuvo una
mirada tan severa para el que había dado el corte
como para el que intentó hacerlo. Nos pareció que
el seminarista Anselme fue demasiado timorato.
<(**Es18.567**))
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