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sirviese bendecir a todo el grupo, y como éste,
calificándose a sí mismo de pobre mendicante,
manifestase, que donde estaba presente un Prelado
de la Iglesia, él, simple eclesiástico, debía
impetrar la bendición en vez de darla, el Abad
trapense, de rodillas, se quitó las insignias
prelaciales en señal de santa humildad y,
postrándose toda la concurrencia, recibió
fervorosamente la bendición del anciano
valetudinario, héroe de la caridad, fundador de
una obra grandiosa que ha de honrar a un santo,
porque los frutos opimos que produce constituyen
un verdadero milagro.
A todo esto, fue fotografiado el grupo con una
máquina instantánea al efecto preparada, y
levantándose luego el gran padre de familia, que
educa, mantiene y enseña a doscientos mil hijos,
tan pobres como él, reproduciendo, como si
dijéramos, el milagro de los panes y los peces,
apoyado en el brazo del amable dueño de la casa
señor Martí y Codolar, visitó algunas de las
muchas curiosidades de notable mérito que el
jardín contiene.
El pavo real blanco abrió su cola como para
ufanarse y para honrar a tal admirador; el
elefante mostró sus blancos marfiles y agitó su
trompa con alegría; los pelícanos comparecieron a
prestarle homenaje, y hasta los camellos salieron
a hincar la rodilla.
Las muchachas de servicio, los labriegos, los
criados y aun los niños, pudieron libremente tener
la satisfacción de hablar y de comunicar sus
sentimientos al venerable anciano, que les oyó,
acarició y trató con la bondad angélica que
establece hacia él una corriente de atracción
invencible.
Los niños salesianos merendaron servidos por
las mismas señoras que concurrieron a la fiesta, y
empezaba ya a declinar el día, cuando ((**It18.653**)) don
Bosco, aclamado y saludado por todos los
asistentes con verdadero entusiasmo, abandonó
aquella casa hospitalaria y aquella mansión
encantadora, para volver con sus hijos a los
talleres de Sarriá.
Ellos se han levantado por el sentimiento
cristiano de Caridad que vive entusiasta en
nuestra tierra a Dios gracias, y el impulso
primero, el primer sacrificio, si un acto benéfico
pudiese llamarse tal, es debido a la Excma. señora
doña Dorotea Chopitea de Serra con ese noble
propósito, que ha hecho que su nombre luzca en
todas las obras de caridad con que Barcelona se
honra.
Presente estaba esa señora de gran corazón, de
todos querida y adorada de los pobres, pareciendo
como que buscase el último lugar; presentes
estaban sus hijas y nietas; los hermanos señores
Pascual con sus buenas esposas y amables hijas y
tuvieron la fortuna de asistir a la fiesta los
parientes y algunos amigos de los señores Martí y
Codolar, que guardarán toda su vida impresión
agradable y dulce de aquella función, en que se
reflejó la bondad y la sencillez que acompaña
siempre al verdadero sentimiento católico. -J. M.
G.
(El Correo
Catalán, 5 de mayo de 1886)
17 (el original en español)
Carta de cesión del Tibidabo
Reverendísimo Sr. don Juan Bosco.
Superior General de la Congregación Salesiana,
Los infrascritos propietarios de la cúspide de
la montaña denominada Tibidabo siguiendo el
ejemplo de Nuestro Santísimo Padre León XIII que
confió a Vuestra
(**Es18.561**))
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