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inevitables en todos los comienzos, y teniendo que
vencer el sinnúmero de dificultades que para la
propia conservación encuentra toda nueva obra en
sus primeros años, no era difícil descubrir en la
organización de las clases y en el inteligente y
celoso personal que las dirige, la vitalidad de la
obra de don Bosco; al conocer hoy al venerable
fundador de los Talleres Salesianos, honra
altísima que estos días han tenido muchos
barceloneses, compréndense más fácilmente los
prodigiosos resultados alcanzados en el breve
período de veinte años, ya que los diez que le
precedieron fueron sólo de preparación para
empresa de tamaña importancia.
((**It18.650**)) Desean
visitar a don Bosco, durante su permanencia en
Sarriá, personas de todas las clases y
condiciones, en busca de toda suerte de consuelos;
unos para impetrar de Dios -que todo lo puede- por
mediación de varón tan santo, el remedio o el
alivio de enfermedades graves; otros para pedir
consuelo para su corazón desgarrado por la
desgracia u oraciones en sufragio de seres
queridos; las asociaciones piadosas se presentan a
mostrar sus respetos al que tan distinguido lugar
ha conquistado entre los varones que han
sobresalido en nuestros días en la Iglesia de
Cristo; y varios Prelados han ido a Sarriá a
saludar al ilustre fundador católico. Don Bosco
escucha con interés a grandes y pequeños, a los
que están en los más altos peldaños de la escala
social, a la clase media que tiene en nuestra
ciudad extraordinario arraigo, a modestos obreros
y sencillas mujeres del pueblo, y a unos y a otros
que llegan a su presencia llenos de ferviente fe,
les da la bendición y una pequeña medalla en la
que está grabado el Sagrado Corazón de Jesús en el
anverso, y en el reverso la imagen de la Santísima
Virgen.
<>, <>, son las leyendas de la medallita de don
Bosco, y sin duda alguna han sido el poderoso
talismán con que ha logrado el sacerdote italiano
realizar su grande obra de fundar numerosas
escuelas -cuyo número va creciendo cada día- y
que servirán para contrarrestar la incesante
propaganda contra Dios y contra toda autoridad,
que principalmente en Europa se está haciendo a
mansalva en nuestros días llenando el corazón de
zozobra y el ánimo de espanto, aun a famosos
racionalistas que ven con pavor cómo nuestra
sociedad se va precipitando con frenesí al abismo
de la impiedad y de la disolución social.
Cuantos se han acercado a don Bosco y han
podido oír su autorizada palabra, han descubierto
en su fisonomía su cultivada inteligencia y su
voluntad poderosa. En los comienzos, al establecer
sus talleres, personalmente aprendió don Bosco los
diversos oficios que en los mismos se habían de
plantear y los enseñaba a sus amados niños. A la
música se dedicó también desde la edad de ocho
años, y en los Talleres Salesianos no falta nunca
la banda correspondiente, formada por los jóvenes
albergados y dirigida por uno de los salesianos.
Conoce también don Bosco infinidad de idiomas que
le facilitan el comunicarse con todos los países y
propagar sus Talleres.
La humildad, esta virtud cristiana tan preciada
como costosa a la humana naturaleza, es una de las
que más enaltecen al preclaro fundador de los
Talleres Salesianos. <>, decía a uno de los que
fueron honrados el domingo último a acompañarle en
su comida. Y, sin embargo, cuando don Bosco se
ocupa en el desarrollo de su obra, aunque en tono
sencillo, ((**It18.651**)) vibra
en su palabra la convicción del fundador, su tesón
inquebrantable y como un don profético. <>, dijo también en el curso de la
conversación, y al que oía conmovido estas
palabras parecíale ya ver en breve tiempo
levantadas las necesarias construcciones para
albergar tan crecido número de niños, funcionar
los nuevos talleres y en las horas de rezo ver
concurrida la
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