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deseaba con toda su alma conocer y abrazar la
religión cristiana. Habló esta persona con un buen
padre jesuita, el cual informó del caso al señor
Obispo, quien hizo se pidiera con ardor a nuestra
Madre que se la admitiera en nuestra Comunidad,
para prepararla al santo bautismo. Aquella
desgraciada muchacha manifestaba vivos deseos de
recibirlo y hacía el papel como una artista. Sin
embargo, nuestra Madre tenía su temor.
Dos días antes del fijado para la ceremonia,
mientras el Capellán y nosotras mismas dábamos
pasos para informarnos, llegó una carta de vuestro
venerado Padre, quien decía a nuestra Madre:
<<>>No tendría usted en su casa a Fulana? Diga a
esta hija pródiga que vuelva a cuidarse de su
madre ciega y de sus hijos>>. Era precisamente
ella. >>Quién se lo había dicho?
La carta de don Bosco era en respuesta a una
petición que nuestra Madre le había hecho a
propósito de una joven epiléptica.
Hablando de ella, decía vuestro venerado Padre:
<>. Desgraciadamente fue infiel, y le
reapareció el mal que tenía.
Y ahora, reverendo Padre, permita que nos
unamos a usted para obtener, por mediación de su
santo Padre, la curación de una de nuestras
Hermanas enferma y que le recomiende a mi madre
ciega, que no se resigna a la santa voluntad de
Dios.
Nuestra muy digna Madre le saluda
respetuosamente y le ruega encomiende al Señor sus
cargas y preocupaciones.
Dígnese aceptar, reverendo Padre, mi respetuoso
saludo.
Desde nuestra Comunidad de Munich.
22 de mayo de 1891.
S. S.
ZENOBIA, del Niño Jesús
((**It18.637**))
3 (el original en francés)
El Presidente de la Sociedad Geográfica de
Lyon a don Bosco
Reverendo Señor:
Hace unos meses se dignó usted honrarnos con su
presencia en el seno de nuestra Sociedad y
hablarnos de los felices resultados obtenidos por
usted y sus misioneros en Patagonia, conduciendo
aquel país a la civilización cristiana y, en
consecuencia, a la producción económica de los
trabajadores de ambos mundos. Ultimamente aún ha
tenido usted la delicadeza de enviarnos nuevos y
preciosos documentos sobre el particular.
La Junta directiva de nuestra Sociedad no podía
dejar olvidados los servicios que con ello presta
usted a la ciencia geográfica, tal y como se
entiende en nuestros días: el estudio y el
progreso de los hombres y de las cosas en los
países extranjeros. Me complazco, pues, al
anunciarle que en la última sesión se le ha
concedido una medalla de plata en conmemoración
del gran suceso del restablecimiento de la
civilización en los territorios patagónicos. Como
no podremos entregársela más que en una sesión
solemne todavía lejana, le rogaría me indicase, si
le es posible, la fecha a poner a continuación de
la inscripción: A don Bosco -Sacerdote Salesiano-
Civilización de la Patagonia, que pretendemos
hacer grabar en una de las caras de la medalla.
(**Es18.548**))
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