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internos? Pero la Congregación Salesiana, pese a
haber sido tan probada en sus inicios, pese a su
concepción tan nueva, a pesar de su complejidad de
conjunto y procedencia de sus miembros y de la
internacionalidad de sus fundaciones, no padeció
jamás ninguna crisis de unión que amenazase de
ningún modo romper su enlace. El espíritu de don
Bosco ha sido y es un aglutinante tanto más
milagroso, cuanto menos advertido, para tener
estrechamente unidas las partes antiguas y acoplar
fuertemente las nuevas.
La Congregación no ha padecido la falta de
hombres capaces, como inmediatamente se vio en el
período, quizá el más delicado de su existencia,
cuando, bajo el primer Sucesor de don Bosco, llegó
el momento de tener que consolidar por todos los
medios el edificio construido por el Fundador y
llegar al coronamiento: para resolver la
complicada organización didáctica en las escuelas
científicas, literarias y profesionales, de los
Socios y de sus alumnos; para la formación
completa y la disciplina religiosa del personal;
para la ampliación de las empresas misioneras;
para el desarrollo de la buena prensa; porque ya
contaba o aparecieron en el momento oportuno
hombres dotados del talento necesario, de forma
que ninguna de las instituciones de don Bosco tuvo
que sufrir detrimento por insuficiencia de
disposiciones directivas, sino que, para el
despliegue de cada empresa, siempre se contó con
la asistencia, digamos así, de mentes técnicas
correspondientes para el despliegue de cada ramo
de actividad.
Finalmente el tiempo ha respondido a la
confiada afirmación del clarividente obispo
piamontés y todo ((**It18.631**)) el
mundo puede palparlo por sí mismo sin necesidad de
aducir pruebas. Recordaremos más bien el final del
sueño que don Bosco tuvo el mes de noviembre de
1881, sobre el estado de la Pía Sociedad
Salesiana. El ángel acompañante terminaba sus
recomendaciones con una palabra que era un rayo de
luz sobre el porvenir. Dijo el enviado del Cielo:
Qui videbunt dicent: a Domino factum est istud et
est mirabile in oculis nostris 1. Este himno,
según el ángel, elevarán al Señor los que lo vean
al final del siglo decimonono y el principio del
vigésimo, precisamente durante el gobierno de don
Miguel Rúa.
Nosotros, que hemos presenciado aquel período y
vivimos el que sigue su curso, tenemos una razón
para aceptar y hacer nuestra la exclamación del
mensajero celestial: íEsta ha sido la obra del
Señor, una maravilla a nuestros ojos!
1 Sal. 118, 23.
Traducción: Y dirán los que lo vean: Esta ha
sido la obra de Yahvéh, una maravilla para
nuestros ojos.
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