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Condes Villeneuve, de HyŠres, devotísima de don
Bosco, le hacía saber: <>. La señora Lallemand
y su hija se escribieron muchas cartas con don
Bosco desde La Réole; la hija reverenciaba a don
Miguel Rúa con el mismo afecto filial que había
tenido a su venerado Padre. La marquesa de
Saint-Seine escribía desde Dijon, recordando la
paternal bondad que don Bosco le había
manifestado: <((**It18.627**))
lloramos, y yo me atrevo a recordarle el tiempo
que usted pasó en Dijon>>. El año 1883, al volver
don Bosco de París, con don Miguel Rúa, aceptó una
invitación de aquella noble y cristiana familia 1.
El ingeniero Levrot, de Niza, que no necesita
presentación, decíale a su <> don Miguel
Rúa: <>.
Omitimos otras citas de amigos franceses, pero
no queremos pasar de silencio a la Junta de Damas
protectoras de Marsella. En la sesión del doce de
marzo firmaron una carta, en la cual, después de
manifestar su dolor por la muerte de don Bosco,
proseguían: <>.
El Párroco Guiol, uniéndose a la Comisión,
añadía una posdata, ofreciendo el homenaje de sus
más respetuosas simpatías al venerado don Miguel
Rúa, y celebraba que la Providencia hubiese
elegido tan pronto el continuador de la obra del
santo, a quien ya le habían abierto las puertas
del cielo las penalidades sufridas. Don Miguel Rúa
respondió a la Comisión y al Párroco, el día
veinticuatro del mismo mes.
Llegaron también manifestaciones semejantes de
otras partes. La señora Magdalena Ochninger, que
había hablado con don Bosco, escribía desde Wierzl
(Austria) reiterando, en nombre propio y en el de
1 Véase Vol. XVI, pág. 237.
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