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((**Es18.535**)las obras por él iniciadas, seguir fielmente los métodos que él practicó y enseñó y, en nuestro modo de hablar y de obrar, procurar imitar el modelo que el Señor, en su bondad, nos ha dado. Este será, carísimos hijos, el programa que yo seguiré en mi cargo; que sea ésta también la norma y el empeño de cada uno de los Salesianos>>. Tendiendo después la mirada más allá de los límites de los ambientes salesianos, se disponía don Miguel Rúa a dirigir su primera palabra como sucesor de don Bosco, a los Cooperadores y Cooperadoras, cuando un afortunado hallazgo le facilitó el camino. Parecía imposible que don Bosco, cuando preparó su testamento espiritual, hubiese olvidado a las falanges de los que habían sido eficaces auxiliares para fundar y sostener sus obras. Y, en efecto, no había habido tal olvido. Entre sus papeles se encontró una carta dirigida a ellos, con esta nota: <>. El Boletín de abril dio el anuncio; después don Miguel Rúa, como había hecho con la carta para los Salesianos, mandó que se imprimiera en ((**It18.621**)) un formato cómodo y en número suficiente de ejemplares, que envió en el mes de mayo. Decía don Bosco: Mis buenos Bienhechores y mis buenas Bienhechoras: Siento que se acerca el fin de mi vida y que está próximo el día en que deberé pagar el tributo común a la muerte y bajar a la tumba. Antes de dejaros para siempre en esta tierra, debo saldar una deuda con vosotros y satisfacer así una gran necesidad de mi corazón. La deuda que debo saldar es la de la gratitud, por todo lo que habéis hecho para ayudarme a educar cristianamente y colocar en el camino de la virtud y del trabajo a tantos pobres jovencitos para que llegaran a ser el consuelo de la familia, útiles para sí mismos y para la sociedad; y, sobre todo, para que salvaran su alma y llegaran a la eterna felicidad. Sin vuestra caridad no habría podido hacer nada o muy poco; en cambio, con vuestra caridad hemos cooperado, por la gracia de Dios, a enjugar muchas lagrimas y salvar muchas almas. Con vuestra caridad hemos fundado numerosos Colegios y Hospicios, donde se ha mantenido y se mantiene a millares de huérfanos, salvados del abandono, sacados del peligro de la irreligión y de la inmoralidad y, mediante una buena educación, con el estudio y el aprendizaje de un oficio, se han hecho buenos cristianos y ciudadanos preparados. Con vuestra caridad hemos establecido las misiones en los últimos confines de la tierra, en la Patagonia y en la Tierra del Fuego, y hemos enviado centenares de obreros evangélicos a extender y cultivar la viña del Señor. Con vuestra caridad hemos establecido tipografías en varios países y ciudades y hemos publicado y difundido entre el pueblo, millones de ejemplares de libros y hojas en defensa de la verdad, fomento de la piedad y sostenimiento de las buenas costumbres. (**Es18.535**))
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