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prestar con todo ardor mis débiles fuerzas, en
favor de nuestra Pía Sociedad, en cualquier
ocupación que me sea confiada>>.
Si la humildad de don Miguel Rúa podía
encontrar satisfacción en la práctica del ama
nesciri el pro nihilo reputari (ama al ser
ignorado y tenido en nada), no pensaban lo mismo
los otros Superiores, convencidos de que
interpretaban el sentir de los Socios; por eso
((**It18.617**))
enviaron al Cardenal Protector una fervorosa carta
encabezada por monseñor Cagliero, sometiendo a su
examen las consideraciones que, según ellos,
aconsejaban la confirmación de don Miguel Rúa como
sucesor de don Bosco.
Eminencia Reverendísima:
El sacerdote don Miguel Rúa, que ya era Vicario
de nuestro venerado fundador don Juan Bosco, cuya
irreparable pérdida aún lloramos, ha expuesto al
Padre Santo una duda en torno al Sucesor y pide y
espera la solución de su alta sabiduría.
Por nuestra parte, los abajo firmantes,
quedaríamos satisfechísimos de que el Padre Santo
confirmase como nuevo Rector Mayor, o sea, como
Superior General de la humilde Sociedad de San
Francisco de Sales, al mencionado sacerdote Miguel
Rúa, que ya fue designado y propuesto como su
Vicario por el mismo don Bosco, tras la invitación
que le hizo su Beatitud, que, deseaba en su
paternal bondad, ver asegurada de aquel modo la
continuidad de la Congregación Salesiana; más aún,
siendo como somos los primeros Superiores,
conocemos las disposiciones de ánimo no sólo de
los electores, sino de todos los Socios y estamos
en condición de asegurar, con la más íntima
convicción del corazón, que la noticia de que el
Padre Santo nos daba por nuestro Superior General
al sacerdote Miguel Rúa, sería recibida no sólo
con profunda sumisión, sino además con sincera y
cordialísima alegría.
Y añadimos que, si hubiese que llegar a una
elección, según Reglas, es sentimiento común que
don Miguel Rúa sería elegido por unanimidad, y
esto como homenaje a don Bosco que siempre lo tuvo
como su primer confidente y brazo derecho, y,
además, por el aprecio que todos le tenemos por
sus eximias virtudes, su singular habilidad en el
gobierno del Instituto y la extraordinaria
destreza en el despacho de los asuntos, de lo que
ya dio pruebas manifiestas bajo la dirección de
nuestro inolvidable y carísimo Padre y Fundador.
Sometemos humildemente estas nuestras
consideraciones al juicio de V. Emcia. Rvma. por,
si, en su reconocida prudencia, juzgara oportuno
hablar de ellas al Padre Santo, a quien nos
gloriamos de reconocer siempre como Supremo
Moderador de la Pía Sociedad Salesiana y a quien
prometemos trabajar, sufrir, vivir y morir en
defensa y sostenimiento de la sede Apostólica,
como nos enseñó a hacer nuestro llorado don Bosco
con la palabra, los escritos y el ejemplo.
No podemos, además, dejar pasar esta propicia
ocasión para manifestar, en nombre de todos
nuestros Hermanos, los íntimos sentimientos de
reconocimiento y gratitud a Vuestra Emcia. Rvma.,
por la paternal bondad con que nos ha hecho hasta
ahora de Protector. Le rogamos continúe
dispensándonos su preciosa benevolencia y le
prometemos hacer cuanto de nosotros dependa con el
nuevo Rector que se nos designará, ((**It18.618**)) para
que el cargo de Protector de los Salesianos no le
resulte más difícil de lo que le haya sido hasta
ahora.
(**Es18.532**))
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