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cotizado de los remedios era el de disolver la
Congregación e incorporar sus miembros a otra que
tuviera fines semejantes.
El motivo que se aducía para justificar un
procedimiento tan radical era la supuesta falta de
hombres preparados, que fueran capaces de salvar
la unidad.
Lo peor del caso fue que tales aprensiones
llegaron también a perturbar la confianza de León
XIII. Hasta entonces él no había tenido con don
Miguel Rúa más que raros contactos, breves e
insignificantes; nada de extraño, pues, que en
aquellos momentos, ante su porte humilde y su modo
de hablar casi de ingenua sencillez, el Papa se
hubiera formado de él un concepto de que se
requería un hombre de temple muy distinto para
suceder a don Bosco. Se inclinaba, pues, de tal
modo por parte de los agoreros de desventuras, que
estaba proyectando la fusión de los Salesianos con
los Escolapios.
Pero hubo dos circunstancias que valieron para
disuadir las mentes de tales propósitos. Una fue
la providencial presencia de monseñor Manacorda en
Roma. El buen Obispo de Fossano, al advertir la
tormenta que bramaba por los aires, se entregó
inmediatamente, desde el primero de febrero, a una
labor de penetración para despejar prejuicios e
iluminar los espíritus con la verdadera realidad
de las cosas. Gracias a su conocimiento de las
Congregaciones Romanas, en las que había iniciado
su carrera, sabía encontrar fácilmente los caminos
para llegar a donde fuere menester. Visitó
particularmente a los Cardenales más influyentes,
y en especial a los que estaban más en contacto
con el Padre Santo, sobre todo al Vicario de Su
Santidad y al nuevo Prefecto de Obispos y
Regulares 1.
((**It18.614**)) Como
conocía a fondo a los Salesianos, pudo demostrar
que éstos estaban estrechamente unidos, que
poseían hombres capaces y que miraban el porvenir
con razonable tranquilidad. Su celo preparó el
terreno para la victoria de la causa 2.
1 Al cardenal Ferrieri, muerto el 13 de enero
de 1887, había sucedido como Prefecto de Obispos y
Regulares el Cardenal Masotti, el cual, desde la
secretaría de la misma Congregación, se había
mostrado bastante favorable a don Bosco. En algún
lugar figura también, entre los cardenales más
visitados por monseñor Manacorda, el nombre de
Bartolini; pero éste había muerto el 2 de octubre
de 1887.
2 Refiere Lemoyne de este querido Obispo las
siguientes palabras, pronunciadas por él en el
colegio de san Juan Evangelista, y de las que dan
fe monseñor Leto, don Antonio Notario, don Luis
Brunelli y otros: <>,
(**Es18.529**))
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