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((**Es18.529**) cotizado de los remedios era el de disolver la Congregación e incorporar sus miembros a otra que tuviera fines semejantes. El motivo que se aducía para justificar un procedimiento tan radical era la supuesta falta de hombres preparados, que fueran capaces de salvar la unidad. Lo peor del caso fue que tales aprensiones llegaron también a perturbar la confianza de León XIII. Hasta entonces él no había tenido con don Miguel Rúa más que raros contactos, breves e insignificantes; nada de extraño, pues, que en aquellos momentos, ante su porte humilde y su modo de hablar casi de ingenua sencillez, el Papa se hubiera formado de él un concepto de que se requería un hombre de temple muy distinto para suceder a don Bosco. Se inclinaba, pues, de tal modo por parte de los agoreros de desventuras, que estaba proyectando la fusión de los Salesianos con los Escolapios. Pero hubo dos circunstancias que valieron para disuadir las mentes de tales propósitos. Una fue la providencial presencia de monseñor Manacorda en Roma. El buen Obispo de Fossano, al advertir la tormenta que bramaba por los aires, se entregó inmediatamente, desde el primero de febrero, a una labor de penetración para despejar prejuicios e iluminar los espíritus con la verdadera realidad de las cosas. Gracias a su conocimiento de las Congregaciones Romanas, en las que había iniciado su carrera, sabía encontrar fácilmente los caminos para llegar a donde fuere menester. Visitó particularmente a los Cardenales más influyentes, y en especial a los que estaban más en contacto con el Padre Santo, sobre todo al Vicario de Su Santidad y al nuevo Prefecto de Obispos y Regulares 1. ((**It18.614**)) Como conocía a fondo a los Salesianos, pudo demostrar que éstos estaban estrechamente unidos, que poseían hombres capaces y que miraban el porvenir con razonable tranquilidad. Su celo preparó el terreno para la victoria de la causa 2. 1 Al cardenal Ferrieri, muerto el 13 de enero de 1887, había sucedido como Prefecto de Obispos y Regulares el Cardenal Masotti, el cual, desde la secretaría de la misma Congregación, se había mostrado bastante favorable a don Bosco. En algún lugar figura también, entre los cardenales más visitados por monseñor Manacorda, el nombre de Bartolini; pero éste había muerto el 2 de octubre de 1887. 2 Refiere Lemoyne de este querido Obispo las siguientes palabras, pronunciadas por él en el colegio de san Juan Evangelista, y de las que dan fe monseñor Leto, don Antonio Notario, don Luis Brunelli y otros: <>, (**Es18.529**))
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