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a tener inmóvil el brazo, si no quería aumentar su
tormento.
En el mes de marzo de 1888 la señora Roussin le
sugirió que hiciera una novena a don Bosco. Toda
la comunidad se unió a ella en la oración. Pero,
en vez de mejorar, empeoraba. El séptimo día
parecía más muerta que viva. El doctor ((**It18.597**)) le
examinaba el lado enfermo, y descubrió una
cartulina con el retrato de don Bosco y su firma,
que se le había aplicado a la enferma, la cual
dijo:
-Mañana estaré buena, me levantaré y comeré
pan.
A lo que respondió sonriendo el doctor:
-Sí, levántese si quiere, pero no se le ocurra
comer pan.
Pasó muy mal la jornada y la noche fue
atrozmente dolorosa. El día octavo por la mañana
se adormiló por espacio de media hora. A las
cuatro y media se despertó dulcemente y le pareció
que no sentía ninguna incomodidad; en efecto, se
volvió de una a otra parte de la cama, sin
experimentar ningún dolor; solamente le quedaba
una gran debilidad en las piernas. Llamó a la
enfermera y le dijo que estaba curada. En un
momento se alborotó toda la casa. Cuando la
Superiora dio su permiso, sor Constantina dejó el
lecho de su tormento, se vistió por sí misma y en
medio del estupor de las hermanas, bajó al comedor
donde tranquilamente tomó su desayuno. Se dirigió
después a la capilla para asistir a la Misa
solemne y al día siguiente tomó parte con toda la
comunidad en una peregrinación a un santuario
situado sobre una colina de los alrededores.
Cuando pidieron al médico, que conocía todos
los antecedentes, que hiciera una declaración, se
negó a ello diciendo que, si bien no podía
explicar el fenómeno, quería esperar a que
transcurrieran cinco años para ver qué le sucedía
a la religiosa. Don Miguel Rúa, que había recibido
la relación del hecho de manos del capellán del
lugar, don Isidoro Mathieu, profesor de Filosofía
en el Seminario de Vesoul, y de la Superiora de la
comunidad, fue informado también de las palabras
del médico. Y como para dar testimonio en el
proceso, quería hablar también de esta curación,
escribió a la superiora, sor Fulgencia, pidiéndole
noticias de sor Constantina. Y el 12 de junio de
1895 le respondió: <((**It18.598**)) ningún
ataque de su mal; más aún, su salud, entonces tan
débil y destrozada, se fue fortaleciendo más y más
y ahora es excelente.>>
También Cerdeña está representada en esta serie
de gracias obtenidas en los primeros meses que
siguieron a la muerte de don Bosco. El
(**Es18.516**))
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