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((**Es18.511**) que don Bosco había muerto, precisamente aquella mañana a las cuatro y tres cuartos 1. Algo parecido ocurrió en Francia. El abate Tropheine, párroco de Sénas en la diócesis de Arrás, sostenía correspondencia epistolar con don Bosco. En su última carta le suplicaba humildemente que obtuviese con sus oraciones la conversión del Rector de la Academia de Aix, que estaba enfermo. Deploraban los buenos que un hombre de tanta autoridad, tan cerca de su muerte, se negara a recibir los sacramentos, con lo que después vendría el escándalo de un entierro civil. Don Bosco hizo que le respondieran: <>. En la mañana del día señalado, muy temprano, vio el párroco que su habitación se inundaba de repente de luz y, ((**It18.591**)) envuelto en un globo de fuego, descubrió a don Bosco que le bendecía y le decía: Vous êtes exaucé (Habéis sido escuchado). Dos días después los periódicos llevaban la noticia de su muerte con la fecha y la hora; al mismo tiempo recibía una carta en la que se le informaba que efectivamente las plegarias habían surtido pleno efecto. El día y el momento de la aparición se comprobó que correspondían con las cuatro y tres cuartos del día treinta y uno de enero. El día primero de febrero se realizaron dos casos dignos de especial atención junto al cadáver de don Bosco, mientras estaba expuesto al público en la iglesia interna de San Francisco. Entre los buenos muchachos del Oratorio que, en enero de 1888, ofrecieron su vida para que Dios conservara la de don Bosco, hemos visto que el segundo nombre de la lista es el de Luis Orione. El alumno de entonces convertido hoy en el Venerando don Luis Orione se complace en contar el curioso episodio ocurrido aquel primero de febrero. Estaba él encargado, junto con otros compañeros, de tomar los objetos que presentaban las personas que acudían, tocar con ellos el cuerpo de don Bosco y devolverlos. De pronto, como llevado por una imprevista inspiración, corrió al refectorio de los Salesianos, que estaba a pocos pasos de la iglesia, tomó un cuchillo grande, muy afilado, y se puso a cortar una rebanada de pan, con la idea de hacer bolitas como píldoras, tocarlas en el cuerpo de don Bosco y guardarlas, en parte para cualquier ocasión, y en parte para distribuirlas. Pero la prisa inconsiderada con que realizó la operación fue fatal, porque, al dar el primer tajo, se cortó el dedo índice de la mano derecha (Luis 1 Sor Filomena, elegida después Vicaria de la Casa Madre, murió allí el 5 de abril de 1905. (**Es18.511**))
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