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dos, por ser poco conocidos. El año 1871 cayó
gravemente enfermo don Bosco en Varazze. Se pedía
entonces por su salud en todo Piamonte. Pues bien,
el santo Obispo de Alba, monseñor Galletti, confió
al testigo Cagliero que había ofrecido a Dios su
vida por la de don Bosco y explicaba así su razón:
-Mi vida vale poco o nada, en cambio, la de don
Bosco no sólo es preciosa, sino utilísima para el
bien de la Iglesia. La mía no tiene ningún valor
en comparación de la suya, que es la de un santo y
ya se sabe que los santos están en el mundo para
algo.
El otro hecho es del 1893. Estaba monseñor
Cagliero de vuelta de la Patagonia, y en una
audiencia con León XIII se alegraba el Pontífice
del progreso de las Misiones y el florecimiento de
las casas salesianas en Europa y en América y
añadió: -Se ve que don Bosco os ayuda y os protege
desde el cielo. Rezadle y os seguirá prestando su
asistencia y protección. Era un santo. Imitad
todas sus grandes virtudes.
Si cuando San Buenaventura escribía la vida de
su seráfico Padre, resultaba que un santo escribía
la vida de otro santo, también puede decirse que
don Miguel Rúa, que vivió tantos años de su vida
con don Bosco, fue un santo que vivió la vida de
otro santo; porque éste fue copiando en sí mismo
al otro, con el cuidado meticuloso de un discípulo
cariñoso y sumiso, de modo que pudo decirse de
ellos conglutinata est anima eius animae illius
(uniéronse formando un todo las dos almas). Nunca
habrá uno que tenga la autoridad de don Miguel Rúa
para enjuiciar la santidad de don Bosco, porque,
además, él también era santo. Dos testimonios
suyos nos parecen importantísimos para nuestro
fin. Se refiere el primero a su sentir personal.
<((**It18.585**)) que,
cuanto más medité y medito sobre la vida de don
Bosco, sobre sus virtudes, y los sucesos
prodigiosos que se operaban por su medio, en
derredor suyo y en su favor, tanto más crecía y
crece en mí la persuasión, el íntimo
convencimiento de su santidad>>.
La otra deposición testifical nos descubre de
qué manera vio él formarse y manifestarse la
santidad del Siervo de Dios. <>.
(**Es18.506**))
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