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era testigo bien informado. Después de haber
descrito ampliamente el devoto sucederse de
personas, personalidades y peregrinaciones,
comenta: <>.
Un testimonio más al día sobre don Bosco fue
sin lugar a dudas el de don Juan Bautista Lemoyne,
que se hizo salesiano cuando ya era ((**It18.581**))
sacerdote desde hacía dos años en el 1864. Los
lectores lo conocen bastante. Sólo entresacaremos
de sus deposiciones algunos detalles muy notables,
acaecidos en Roma. Motivó el primero un señor
polaco riquísimo, ferviente católico y generoso
para ayudar las vocaciones eclesiásticas.
Encontrábase Lemoyne en Roma con don Bosco el año
1884, cuando este señor fue a pedir al Siervo de
Dios que le acompañara para ir a bendecir a una
hermana suya enferma. Don Bosco acudió y aquella
buena familia lo recibió de rodillas, como a un
santo. El mismo señor aseguró a Lemoyne que en
Polonia conocían el nombre de don Bosco hasta los
niños. Confirmaron después esta afirmación los
centenares de muchachos que, desafiando mil
peligros e incomodidades, salieron de la Polonia
rusa, austríaca y prusiana y llegaron a Turín para
hacerse salesianos. Tiene mucho valor la
afirmación que León XIII hizo a monseñor
Manacorda, el cual se la refirió a Lemoyne.
El obispo de Fossano había predicado la oración
fúnebre el día trigésimo de la muerte de don
Bosco, en la iglesia del Sagrado Corazón,
manifestando la esperanza de que don Bosco fuera
elevado al honor de los altares. La oración
fúnebre se imprimió. Tomaba parte Monseñor en una
audiencia pontificia, y se puso a un lado para no
ser notado por el Papa; pero apenas lo vio éste,
lo llamó y le dijo:
-He leído su oración fúnebre de don Bosco y me
ha gustado;
también yo soy de su parecer.
Igualmente le contó a Lemoyne el procurador don
César Cagliero haber oído al cardenal Parocchi que
Su Santidad le había dicho:
(**Es18.503**))
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