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Italia y en todas partes he oído siempre hablar de
don Bosco como de un San Vicente de Paúl o un San
Felipe Neri; frecuentemente he tenido que contar,
después de muchas insistencias, cosas referentes a
él a personas que se mostraban avidísimas de ello.
Esta idea de la santidad de don Bosco ha estado
siempre enraizada en nuestro pueblo, tanto entre
las personas doctas como entre la gente sencilla,
ya que todos se encomendaban a él, persuadidos de
que Dios los oiría por su mediación. Y entre las
personas más sabias y de virtud más eminente, se
manifestaba más este concepto. He visto a muchos
Obispos y Arzobispos, procedentes de lejanas
tierras, que en su visita ad límina, pasaban
expresamente por Turín para visitar a don Bosco.
>>Citaré entre otros a dos Vicarios Apostólicos
de China, que vinieron al Concilio Vaticano y
partieron después de Roma para ver a don Bosco en
Valcocco, movidos por la fama de su santidad. No
recuerdo sus nombres pero los vi y hablé
personalmente con ellos. En el mes de agosto de
1874, Pío IX, después de haberme pedido noticias
de don Bosco, exclamó:
>>-íAh! íEse no es un bosque 1 silvestre, sino
fecundo y fructífero, que ha hecho y hará mucho
bien!
>>Oí decir al cardenal Bonaparte, el cual tenía
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especial devoción por don Bosco:
>>-Encomendadme mucho a las oraciones de don
Bosco, porque ese es un santo.
>>El cardenal Nina le dijo un día a León XIII y
yo se lo oí a él mismo:
>>->>Me pregunta Su Santidad qué opinión tengo
de don Bosco? No le considero un hombre, sino un
gigante de largos brazos que ha logrado abrazar al
mundo entero.>> Refiriéndose después a los años
post obitum, dijo: -Me lamentaba yo aquellos días
de algo que publicó un periódico religioso sobre
don Bosco y un señor muy distinguido me respondió:
-Ya es tanta y tal la fama de santidad de don
Bosco que, por más que se diga o se publique, nada
se podrá añadir al mérito y al concepto que el
pueblo se ha formado de él>>.
Del tiempo posterior a su muerte los testigos
valorizan el incesante peregrinar a la tumba del
Siervo de Dios, que no era visitada por
curiosidad, sino por verdadera devoción a aquel
cuyos restos mortales guardaba. Hay uno entre
todos que merece nuestra atención, y es don Luis
Piscetta, que, en su condición de director de la
casa de Valsálice,
1 Bosque: juega Pío IX con su nombre Bosco
(bosque, en italiano) (N. del T.)
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