((**Es18.496**)((**It18.572**))
CAPITULO XXVIII
FAMA DE SANTIDAD EN VIDA
Y DESPUES DE MUERTO
EL autor inspirado del Eclesiástico 1 dice de los
hombres santos: <>. Esto es lo
que sucedió y sucede con don Bosco. Si ya era
admirado y amado en vida, apenas bajó a la paz del
sepulcro, aún creció más su fama en el mundo,
suscitando alabanzas en todas las lenguas, sin
esperar a que el juicio infalible de la Iglesia lo
elevase al honor de los altares y le rindiera
culto universal. La voz del pueblo anticipó, por
así decir, la voz de Dios, o mejor, fue la misma
voz de Dios, como después lo confirmó el órgano
del magisterio eclesiástico. La opinión de que
fuera un santo le había acompañado durante su
vida, pero se fue haciendo convicción profunda y
mundial inmediatamente después de su muerte. Nos
proponemos ahora hojear los Sumarios de los
procesos para recoger testimonios jurados de esta
fama, que, en su conjunto, agigantarán todavía más
a nuestros ojos la figura de nuestro Padre.
Limitaremos, sin embargo, el número de
testimonios: bastarán siete no salesianos y doce
salesianos. De cada uno se reproducirá únicamente
lo más significativo que expuso por su propio
saber. ((**It18.573**)) No
será necesario insertar notas a pie de página:
nombrando las personas, será fácil, para quien lo
desee, el comprobarlo.
Formaremos así una corona de siemprevivas que
colocamos sobre la tumba gloriosa de nuestro
venerado Fundador; o, si place mejor, un coro
armonioso de voces que cantan su dulce memoria.
Entre los no salesianos, damos preferencia a un
seglar, hombre del pueblo, a Juan Bisio,
comerciante. Desde 1864, vivió en el Oratorio
siete años y después mantuvo siempre relación con
don Bosco. Se empeñó en conocerlo cuando un
sacerdote de su pueblo le habló de él y se lo
describió como un santo. Entre sus testimonios se
destaca uno.
1 Ec., 44, 13-15.
(**Es18.496**))
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