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podrá decir de él lo que se dice de las reliquias
de los Profetas: Defunctus, adh uc loquitur (Está
muerto, pero habla todavía).
Los Superiores regresaron después al Oratorio,
satisfechos de que todo hubiera resultado tan bien
y agradecidos a cuantos habían puesto en ello su
valiosa mano. Antes de la cena, los clérigos de
Valsálice, reunidos en torno a su director, don
Julio Barberis, firmaron un pliego dirigido a don
Miguel Rúa y redactado por uno de ellos, don
Andrés Beltrami, prometiéndole que sus recuerdos y
recomendaciones serían practicados fielmente, a
modo de primer homenaje que le tributaban como
Rector Mayor 1. Esta manifestación filial fue
llevada inmediatamente a don Miguel Rúa y se la
leyeron, después de la cena, en el refectorio del
Capítulo Superior.
Cuando se esparció la noticia, por los
alrededores del Colegio, de que habían sepultado
allí los restos de don Bosco, los propietarios de
las casas y fincas del Valle de los Sauces
(Valsálice) escribieron al Alcalde de Turín cartas
de agradecimiento, por haber autorizado que don
Bosco hubiera sido sepultado allí, cerca de sus
residencias.
El nicho estaba excavado en la pared del
rellano, donde, sobre la escalinata que parte del
patio bajo del colegio, se encuentran dos tramos
de escalera que bajan desde el patio alto. Allí
permaneció el féretro durante un año, sin tocarlo
para nada, hasta que se construyó sobre la tumba
una capillita, costeada por los antiguos alumnos,
y se colocó más decorosamente en un nicho más
elevado. Leíase delante un epitafio en latín, que
señalaba la fecha de su nacimiento y de su muerte
y calificaba simplemente a don Bosco como padre de
los huérfanos. Algunos antiguos alumnos de
Valsálice consiguieron después que se añadiera
otra inscripción que recordase su permanencia en
el Colegio y atestiguase su gratitud al venerado
Padre. La lápida, colocada en la pared, a
izquierda de quien sube, dice así: <((**It18.569**)) del
santuario, de las ciencias, del foro y de las
armas -pero unidos siempre con la mente y el
corazón -los antiguos alumnos del Colegio de
Valsálice -a su Padre amado -don Juan Bosco -este
recuerdo de afecto perenne>>.
Desde 1889 en adelante, no se tocó el féretro
hasta dieciséis años después de la muerte, para el
reconocimiento oficial del cadáver, ordenado por
la Sagrada Congregación de Ritos. En aquella
ocasión, estuvo abierta la caja unas horas y
expuesta en un gran salón, mientras
1 Apéndice, Doc. 102.
(**Es18.492**))
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