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quedó superada toda dificultad, especialmente la
de la categoría aristocrática, y se acordó
suprimir aquel colegio y establecer en él la Casa
de Estudios y de las Misiones para nuestros
clérigos. El mismo don Bosco, aunque pocos días
antes había dado su consentimiento para mantener
allí el colegio, modificando su programa, aprobó
también él ((**It18.567**)) de
buen grado la transformación recién acordada.
>>Qué pretendía con aquel recuerdo? Hacer
comprender que, si la casa hubiera seguido siendo
colegio, no se hubiera podido conseguir el permiso
de sepultura de los restos de don Bosco entre sus
hijos; no podía ser en el Oratorio, porque el
Ministerio ya había puesto su veto total; y
tampoco en Valsálice, porque las altas autoridades
municipales y escolásticas se hubieran opuesto, en
razón de la naturaleza de la casa, destinada a
internado colegial. Pero el Señor, que había
decretado llevarse a nuestro don Bosco y quería
dejar su cuerpo cerca de nosotros, para nuestro
consuelo, dispuso los acontecimientos del modo
referido. Podíase, pues, decir, con toda verdad,
que era la divina Providencia quien confiaba a los
hermanos de Valsálice la custodia de su sepulcro.
Por tanto, debían mostrarse dignos de tanta suerte
y, con la práctica de las virtudes, hacer de modo
que el Padre pudiese alegrarse de estar con su
cuerpo entre ellos, como Padre junto a sus hijos.
Y no concluyó aquí el Sucesor de don Bosco,
sino que continuó diciendo:
-Os dejo tres recuerdos especiales: 1.°: Para
secundar los deseos expresos de don Bosco y las
intenciones de la Iglesia, que manda rezar
indistintamente por todos los fieles, hasta ser
declarados venerables por el supremo magisterio,
siempre que paséis cerca de esta tumba, rezad al
menos un requiem aeternam. 2.°: Acercaos, de vez
en cuando, a ella y meditad un poco para animaros
a la virtud; y, si alguna vez, sentís desaliento
en la observancia de las Reglas, si notáis que se
levantan las pasiones y os incitan a caer en el
pecado, dirigid a esta tumba vuestros
pensamientos, junto con vuestra mirada, y jurad
fidelidad a Dios a costa de cualquier esfuerzo,
declarad guerra al pecado, a costa de cualquier
sacrificio e invocad también a este padre amado en
vuestras tentaciones y afanes; porque, desde el
Cielo, donde fundadamente esperamos que esté, os
obtendrá las gracias solicitadas. 3.°: Cada vez
que dirijáis aquí vuestra mirada, imaginaos que os
colocáis ante un espejo del que hay que copiar
todas las virtudes, y miraos en él e imaginad
((**It18.568**)) que
sale de la tumba una voz que os dice: Imitatores
mei estote, sicut et ego Christi (sed mis
imitadores, como yo lo soy de Cristo). En cada una
de vuestras acciones, preguntaos: >>Cómo se
comportaría don Bosco en esta ocasión? Entonces sí
que se
(**Es18.491**))
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