((**Es18.478**)
colocado en una triple caja, revestido como estaba
de los ornamentos sacerdotales. En aquel momento,
condujeron junto al difunto a una Hija de María
Auxiliadora, que invocaba la gracia de la curación
de la vista. Se llamaba Adela Marchese. Desde
septiembre de 1887, los médicos especialistas la
había diagnosticado afectada de gota serena,
dolencia ((**It18.551**))
rebelde a toda cura. Todavía llegó a tiempo de
acercarse al cadáver, tomó su mano y se la acercó
a los ojos. Y entonces dijo:
-Yo le veo.
Acercó de nuevo su mano a los ojos y exclamó
con más fuerza:
-Lo veo todo, ya veo bien.
La Superiora le tapó la boca con un pañuelo
para que no gritara y don Juan Bonetti hizo que se
retirara de allí.
Realmente era verdad: había recobrado la vista.
Escribe Lemoyne: «Yo no la conocía. Me llamaron
una noche para que asistiera a una Hermana
moribunda; vi una enferma, cuyos ojos brillaban de
un modo singular al vislumbre de una lamparilla
que iluminaba la estancia.
+-+Es usted, le pregunté, aquella a quien don
Bosco devolvió la vista?
+-Sí, señor, me respondió+.
Fue testigo de la prodigiosa curación el
chileno señor Barros, que había ido a Turín con
monseñor Cagliero en compañía de dos primos suyos
y que volvió con ellos el día de la muerte. Cuando
regresó a su patria, habló y escribió con
entusiasmo del suceso.
Por la puerta lateral, se llevó el féretro a la
iglesia de María Auxiliadora y se colocó en el
catafalco, levantado bajo la cúpula. Estaban
puestos en hilera, a su paso a través del patio,
entre otros, muchos peregrinos franceses, suizos e
irlandeses que se dirigían a Roma. El templo
estaba completamente lleno desde hacía horas por
el público.
Afuera se oía el murmullo de la ingente multitud
que se agolpaba en la plaza y se movía por las
calles que desembocan en la misma. Pontificó
monseñor Cagliero y los cantores interpretaron la
partitura que él compuso el año 1862. El templo
presentaba el aspecto de una grandiosa capilla
ardiente, iluminada por muchos blandones y
lámparas.
El féretro debía haberse cerrado y sellado
antes de llevarlo al santuario, pero se obtuvo del
Municipio que se suspendiera este requisito legal
para que tuvieran el consuelo de ver por última
vez el rostro del Padre los muchos Hermanos que
estaban por llegar de lejos.
Se hizo el cierre oficial del féretro a las dos
de la tarde, en presencia de los miembros del
Capítulo Superior y un centenar más entre
(**Es18.478**))
<Anterior: 18. 477><Siguiente: 18. 479>