((**Es18.47**)
Y, sobre el mismo argumento, escribía también a
don Miguel Rúa un cooperador de Voltri 1:
<>.
Al atardecer, fue acompañado al palacio de la
señora Ghiglini, donde cenó. Volvio a
Sampierdarena tarde y cansado. Se le oyó decir a
un señor:
-Yo vivo con una sopa de maíz; pero tengo
muchos hijitos a quienes dar de comer... y como la
caridad de los buenos no tiene término, yo
necesito de todos 2.
Viglietti cerraba así la jornada de su diario:
<>.
((**It18.43**)) Don
Domingo Belmonte, director de la casa de
Sampierdarena, atestiguó que en San Siro ocurrió
un hecho maravilloso. Don Bosco distribuía
medallas de María Auxiliadora en la sacristía
pero, cuando se le acabaron se dirigió a él y le
preguntó si había llevado más. El director le dio
unas cuarenta o quizá menos. Entonces el santo
siguió repartiendo. El lugar estaba atestado de
gente y daba sin cesar a cuentos alargaban la
mano. Don Domingo Belmonte y el señor Dufour, que
estaba al lado, no podían creer a sus propios
ojos; se repartieron ciertamente varios centenares
de medallas, quizás mil. Sin una multiplicación
milagrosa aquello no hubiera sido posible.
Al día siguiente se sucedieron las audiencias
durante largas horas sin descanso. Hacia el
mediodía llegó acompañada por su padre y por su
madre, una joven, que no quería saber nada de
iglesia y parecía enteramente loca. Ante don
Bosco, dejó de lado su loco orgullo, se puso de
rodillas también ella para recibir la bendición y,
rompiendo a llorar, dijo:
-Reconozco mi error. El demonio me ha tenido
hasta ahora engañada. Mañana iré a confesarme y a
comulgar.
Los padres conmovidos no se levantaban del
suelo y hubieran deseado quedarse. La escena duró
un rato; finalmente entregaron una cuantiosa
limosna y se marcharon.
Aquella tarde se bendijeron solemnemente las
campanas destinadas
1 El señor Primo Arona, Voltri, 21 de marzo de
1886.
2 L'Eco d'Italia, 15 de marzo de 1886.(**Es18.47**))
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