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(Señor, en tus manos, encomiendo mi espíritu).
íOh, Madre, Madre, ábreme las puertas del Paraíso!
Más tarde se puso a repetir textos bíblicos,
los que mayormente le habían guiado a lo largo de
toda su vida y fueron la regla de sus acciones:
Diligite, diligite inimicos vestros... Benefacite
his, qui vos persequuntur... Quaerite regnum
Dei... Et a peccato meo... peccato meo... munda...
munda me... (Amad a vuestros enemigos... Haced
bien a los que os persiguen... Buscad el reino de
Dios... Y de mi pecado, limpia... límpiame).
Al toque del Avemaría, don Juan Bonetti le
invitó a saludar a la Virgen diciendo: íViva
María! Y, con voz perceptible y devota, repitió
él: íViva María!
Una de las últimas palabras que don Bosco dijo
a don Miguel Rúa fue ésta: Hazte amar.
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