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amistad, le pido que ruegue a la Santísima Virgen,
que no le niega nada, que escuche nuestras
plegarias y acceda a nuestros deseos,
concediéndole largos años de vida, a fin de que
pueda seguir haciendo mucho bien a tantos pobres
infelices. Yo misma, que estaba desesperada, no
tuve confianza hasta el momento en que creí tener
parte en sus oraciones>>.
Desde Düren (Renania, Alemania), manifestaba
una señora a don Bosco su dolor, le prometía
oraciones juntamente con su familia y continuaba
diciendo: <>. Otra
escribía desde Bollendorf, archidiócesis de
Tréveris: <>.
Desde Inglaterra: <>.
Una religiosa de Bruselas escribía a don Miguel
Rúa: <>.
Desde Jemmapes (Bélgica), el señor Cornelio de
Thier, doctor en derecho y abogado, escribe a don
Miguel Rúa una carta en latín, pidiéndole un
favor. Le adjunta un rosario para que ((**It18.520**)) se lo
haga bendecir a sancto, illustri ac eminentissimo
patre Dom Bosco o, al menos, se lo ponga un
instante en su manos santísimas o, si ya estuviera
muerto, lo toque en su ataúd. Dos señoras escriben
desde Malinas (Bélgica): <>. Desde
Béziers, una niña francesa de doce años, que había
recibido la primera comunión dos años atrás, le
escribe: <(**Es18.451**))
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