((**Es18.444**)
Tampoco don Miguel Rúa se abandonaba al
optimismo de los demás: nos lo dan a entender las
cautas palabras que empleó en el parte
informativo, redactado el dos de enero, para
Salesianos, Hijas de María Auxiliadora y
Cooperadores: <>.
En una circunstancia especial, parece que el
Señor escuchó ((**It18.511**)) la
oración de su siervo. Recomendaron a don Bosco,
desde el colegio de Alassio, un muchacho casi
moribundo y un clérigo afectado de pleuresía. El
respondió al portador del encargo:
-íEh, quien necesita las oraciones de los demás
soy yo!
No era la primera ni la segunda vez que daba
idéntica respuesta en semejantes casos. Pero lo
mismo el muchacho que el clérigo se recuperaron.
La condición de antiguo alumno era siempre un
título de primer orden para su cariño particular.
El doctor Bestenti, que había sido alumno del
Oratorio y estaba, en aquel momento, al frente de
la Delegación de Higiene en el Municipio de Turín,
conservaba mucho afecto al amado Padre y tomaba
parte con gusto en las consultas médicas que le
hacían. Encontrándose solo, en cierta ocasión,
en la habitación con don Bosco, éste le preguntó:
-Dime, >>tu cargo de médico en el Ayuntamiento
te da para vivir?
-Sí, bastante, respondió.
->>Y qué piensas hacer ahora?
-Ahora pienso casarme.
-Y yo pediré por ti, replicó don Bosco, que
siempre le dio a entender su gran estima.
En ciertos momentos se le nublaban las
facultades mentales. Así, el seis de enero, le
dijo a Viglietti:
-Convendrá que digas a don Miguel Rúa que esté
atento conmigo. Me siento algo mejor, pero no me
rige la cabeza. No me doy cuenta si es de día o de
noche, en qué año o a qué día estamos, si es día
de fiesta o de trabajo. No sé orientarme... No sé
dónde me encuentro... Apenas si conozco a las
personas... No recuerdo las circunstancias...
(**Es18.444**))
<Anterior: 18. 443><Siguiente: 18. 445>